Operación Albania
La
Operación Albania o "
Matanza de Corpus Christi" se produjo entre los días
15 y
16 de junio de
1987, en
Chile. En ella doce miembros del
Frente Patriótico Manuel Rodríguez (
FPMR) murieron a manos de agentes de la
Central Nacional de Informaciones (CNI). Estos hechos fueron presentados por las autoridades como un supuesto "enfrentamiento".
Antecedentes
El germen de la Operación Albania radicó en la preocupación de los aparatos de seguridad chilenos tras el atentado al general
Augusto Pinochet y en el cada vez más consistente trabajo de seguimiento que tenía ubicada a buena parte de la plana mayor del
FPMR en
Santiago,
hacia comienzos de 1987. En junio de ese mismo año la Dirección
Nacional del FPMR había fijado una importante reunión de sus máximos
líderes. Tal era la oportunidad que esperaba la CNI para atrapar a la
mayor cantidad de líderes del Frente de una sola vez.
Gran parte de los datos de la CNI llegaban gracias a la información obtenida tras los fracasos de la
internación de armas de Carrizal Bajo y el
atentado a Augusto Pinochet en el
Cajón del Maipo,
ocurridas meses antes, operaciones en las que decenas de frentistas y
militantes del PC cayeron detenidos. Además, de acuerdo con una versión
extendida posteriormente entre los familiares de las víctimas de la
Operación Albania, uno de los apresados, más algunos infiltrados,
habrían pasado a colaborar con la CNI.
Gracias a este trabajo de inteligencia, la CNI tuvo claridad respecto
de las personas que debían ser detenidas y, eventualmente, abatidas,
iniciando a principios de 1987 una exhaustiva ronda de seguimientos y
puntos fijos sobre importantes miembros del FPMR.
Uno de los logros más importantes de esta labor fue la identificación de
José Joaquín Valenzuela Levi, quien con el nombre de "Ernesto" comandó el fallido atentado a Pinochet. En los ficheros de la CNI, Valenzuela era llamado
"Rapa Nui",
debido a que fue visto por primera vez saliendo de una vivienda en una
calle con ese nombre. Por su parte, Ignacio Recaredo Valenzuela era
"Chaqueta de cuero", por la vestimenta que usaba al momento de su primera detección.
Alvaro Corbalán, jefe del estamento operativo de la CNI obtuvo del
entonces director de la institución, el general Hugo Salas Wenzel, la
orden para que efectivos de todas las brigadas a su cargo procedieran,
apoyados por la Unidad Antiterrorista del Ejército y por funcionarios de
Investigaciones. De acuerdo con la confesión posterior de Corbalán, la
orden de Salas Wenzel implicaba acabar con la vida de todos los
frentistas que fueran detenidos. Es decir, "reventar" definitivamente al
FPMR, según la jerga de esos días.
Según consta en el primer documento de los 30 tomos del expediente,
el mismo 15 de junio el fiscal militar, Luis Acevedo había autorizado
todas las detenciones y allanamientos.
La Muerte de Ignacio Valenzuela
Ignacio Recaredo Valenzuela Pohorecky era seguido desde
marzo
de 1987. Era un destacado ingeniero y académico, en la vida pública. En
la privada era uno de los seis más altos oficiales del Frente, para esa
época. Reconocido por su arrojo, la CNI sabía que había participado en
el asalto a una armería y se había enfrentado a funcionarios de
seguridad en varias ocasiones.
El 15 de junio de 1987 la CNI ya esperaba afuera de su casa, en la
remodelación San Borja, desde cerca de las 6 de la mañana. Luego de
abandonar su domicilio Valenzuela fue seguido durante horas, hasta que
alrededor del mediodía fue finalmente abatido en la calle Alhué, de la
comuna de
Las Condes,
por disparos de agentes de la CNI efectuados desde un furgon a unos 25
metros de distancia. Recibió tres impactos, uno de ellos en el tórax,
que le resultó mortal; otro en el glúteo y el tercero en el pie. Además,
un árbol tras el que se refugio registró cuatro impactos y la casa por
donde él iba pasando también evidenció balazos. Valenzuela estaba a
escasos 30 metros de la casa de su madre, cuando fue interceptado, según
el relato judicial de René Valdovinos, uno de los agentes de la CNI que
actuo en ese operativo.
"Lo teníamos rodeado y estábamos armados. Honestamente pensé que se
iba a rendir frente a esa desventaja en que se encontraba, lo que no
hizo y al contrario, tomó la pistola con la intención de repeler la
detención y por lo tanto todos disparamos en su contra y varios disparos
a la vez, cayendo éste al suelo"
René Valdovinos, Agente de la CNI
La CNI informó en su momento que Valenzuela portaba una pistola y una
granada. Pero los testigos afirmaron que no iba armado y que sólo atinó
a darse vuelta, por lo cual le dispararon en un glúteo y en un pie. Los
testigos señalaron que minutos antes de los hechos fueron advertidos de
que iban a producirse disparos y que debían alejarse del lugar.
El 9 de noviembre de 2000, el ex agente de la CNI Manuel Morales
Acevedo agregó un nuevo antecedente que fue crucial para entender lo que
realmente ocurrió.
"Si bien la misión era detener a este sujeto, el intentó sacar un
arma, la tomó y hubo que disparar en su contra y el arma efectivamente
la portaba el sujeto, sin perjuicio que para darle mayor efectividad se
le cargó, colocándole entre sus ropas una granada "
Manuel Morales, Agente de la CNI
La Muerte de Patricio Acosta
Ese mismo 15 de junio, seis horas más tarde, otro numeroso grupo de agentes copó el lado poniente de la calle Varas Mena, en
San Joaquín.
Los agentes acechaban a "Jirafales", como le decían por su altura a
Patricio Acosta Castro, un importante oficial del FPMR. Según los
numerosos testimonios disponibles en el expediente judicial, ese día la
mencionada calle estaba siendo vigilada por sujetos que se desplazaban
en automóviles, algo que los vecinos habían notado que sucedía desde
hacía una semana.
Esa tarde, Acosta salió de su casa cerca de las 18.00. Ya era
férreamente seguido. Los vecinos declararon que solían verlo solo, y que
lo único que sabían de él era que tenia un hijo y era profesor. De lo
que vino después todos los agentes, casi sin excepción, inculpan al
agente de la CNI, Francisco Zúñiga.
"Alrededor de las 18:00 a 19:00 salió de esa casa un individuo alto,
de bigotes y que por las características físicas correspondía el sujeto a
quien se buscaba, por lo que lo segui hasta Santa Rosa, desde donde
éste se devolvio hacia la casa y lo segui a pie. Se me ordeno detenerlo,
pero yo no podía hacer esa detención solo, por la gran contextura
física del sujeto. Es del caso que, mientras lo seguía, a cierta
distancia observe que en sentido contrario venía el capitán Zúñiga con
otros agentes, por lo que pensé que ellos iban a proceder a la
detención. Sin embargo, en un momento dado y cuando el sujeto se
encontraba más o menos a unos cinco metros de distancia de mi, el
capitán Zúñiga le disparo de improviso a unos siete metros de distancia y
éste cayo al suelo. Luego sentí dos disparos y me di cuenta que allí se
había cometido una embarrada"
Juan Jorquera, Agente de la CNI
Según testimonios de testigos, la víctima cayó arrodillada. Entonces
lo rodearon alrededor de ocho sujetos, entre ellos Zuñiga. Ya reducido,
en vez de ser llevado a un centro asistencial, Acosta fue acribillado.
El propio Zuñiga le disparó en la cabeza, mientras otro lo remató con
una ráfaga de metralleta. Una vez muerto, un agente de la CNI le puso en
sus manos un revólver y un gorro pasamontañas. En esa posición lo
filmaron y le sacaron varias fotografías. Esta versión, de que Zuñiga le
disparó cuando ya estaba muerto, fue confirmada por al menos tres
agentes de la CNI, entre ellos quién era su subalterno, Jorge Vargas
Bories.
Las muertes de Calle Varas Mena
Esa misma noche, agentes de la policía civil llegaron hasta el
inmueble de calle Varas Mena 417, uno de los varios que a las 23.00 de
esa noche la
CNI decidió allanar. Allí se produjo el primer y único enfrentamiento reconocido por todos.
En el interior de la vivienda, que era utilizada como casa de
seguridad y centro de instrucción, había cerca de una docena de
combatientes del
FPMR.
Quien hacía las veces de dueña de casa era Cecilia Valdés, que estaba
acompañada de su hijo, de dos años. La supuesta pareja de Cecilia era el
oficial del Frente Juan Waldemar Henríquez. Esa noche dentro de la casa
ya se sabía de la muerte de Ignacio Recaredo Valenzuela y, más aún, de
Patricio Acosta a pocas cuadras del lugar.
Cerca de la medianoche la casa fue finalmente copada por los agentes de la
CNI,
dando lugar a un intenso tiroteo entre las fuerzas de seguridad y los
dos frentistas que cubrieron la retirada de sus compañeros desde el
interior, Juan Waldemar Henríquez y Wilson Henríquez Gallegos.
Paralelamente una decena de rodriguistas escapaba en medio de la
balacera. Desde los techos de la casa los dos frentistas encargados de
la cobertura del grupo respondían el ataque policial con sus armas. En
un momento dado la techumbre cedió y Juan Waldemar Henríquez, ingeniero
de 28 años, cayó herido al interior de una vivienda vecina. Luego
ingresaron los policías al inmueble encontrándolo tendido en el piso, y a
esas alturas sin ofrecer resistencia. Sin embargo, fue rematado por
ráfagas de disparos en el mismo lugar. Algunos testigos señalaron que
Henríquez se había rendido y que estaba con los brazos en alto cuando
fue ultimado.
Con la muerte de Juan Waldemar Henríquez, no se acabaron las
escaramuzas. En el caso de su compañero Wilson Henríquez, este fue
rodeado por agentes de la
CNI,
en el patio de otra casa, donde se había refugiado. En breves momentos
fue apresado, golpeado, y luego fusilado, registrando su cuerpo, según
el protocolo de autopsia, 21 orificios de bala.
Entre los que escaparon por los techos de las casas vecinas, para
luego ser capturados, se encontraban Cecilia Valdés, Santiago Montenegro
y Héctor Figueroa. Este último era intensamente buscado por su
participación en el
atentado a Augusto Pinochet en 1986.
La muerte de Julio Guerra Olivares
Casi simultáneamente a los sucesos de Varas Mena, otro centenar de
agentes y policías, rodeó el dúplex 213, del block 33 de la Villa
Olímpica, en
Ñuñoa. Allí Julio Guerra Olivares, conocido al interior del
FPMR como "Guido", arrendaba una pieza a Sonia Hinojosa. Estaba clandestino desde su participación como fusilero en el
atentado a Augusto Pinochet, en septiembre de
1986.
Eran alrededor de las 0.00 y el agente de la
CNI
Iván Cifuentes procedió a forzar la puerta del departamento. El oficial
de la CNI decidió lanzar al interior del dúplex una bomba lacrimógena
militar. Mientras esperaban a que Guerra saliera, llegó otro equipo de
seguridad. Acto seguido el agente Fernando Burgos, valiéndose de una
máscara antigas, llegó hasta el baño del segundo piso donde Julio Guerra
se encontraba refugiado. El frentista fue inmediatamente abatido por
cuatro disparos del agente. Posteriormente el cuerpo fue rematado por
otro agente y dejado en el borde de una escalera.
La autopsia de Julio Guerra demostró que tenía disparos a corta
distancia, siempre de arriba hacia abajo y de atrás hacia adelante. Dos
de ellos en los ojos. Además se comprobó que el frentista no estaba
armado.
Las muertes de Calle Pedro Donoso
El último capítulo de la Operación Albania se escribió en un abandonado inmueble de la calle Pedro Donoso, en la comuna de
Recoleta.
Esa noche aún faltaba decidir el destino de siete frentistas que
aguardaban detenidos en el cuartel de calle Borgoño. Álvaro Corbalán,
declaró en el expediente del caso que le pidió instrucciones al director
de la CNI, general Hugo Salas Wenzel, de qué hacer con los detenidos.
"Y se me comunica por parte del general Salas Wenzel que no cabian
posibilidades con respecto de aquellos que resultaron ser importantes
dentro del Frente y por lo tanto había que eliminarlos "
Alvaro Corbalán
En los calabozos de Borgoño estaban quiénes eran considerados importantes al interior del FPMR como
José Joaquín Valenzuela Levi,
el “comandante Ernesto” y Esther Cabrera Hinojosa. Pero también se
encontraban Ricardo Rivera Silva, Ricardo Silva Soto, Manuel Valencia
Calderón, Elizabeth Escobar Mondaca y Patricia Quiroz Nilo, dirigentes
que no tenían gran relevancia para los agentes. Todos habían sido
detenidos en las horas previas. Según el expediente judicial, Alvaro
Corbalán le ordenó al agente Iván Quiroz que eligiera a cinco oficiales
para que se hicieran responsables de juntar a su gente para llevar a
cabo la eliminación de los siete detenidos.
La madrugada del 16 de junio de 1987, los detenidos fueron
trasladados en caravana a la casa deshabitada de calle Pedro Donoso 582,
que la CNI ya tenía identificada. El mayor Alvaro Corbalán había
encargado al capitán Francisco Zúñiga elegir el lugar donde los
frentistas serían acribillados. Luego de meditarlo, el oficial optó por
el inmueble deshabitado del cual la CNI sospechaba que en ocasiones
funcionaba como una casa de seguridad frentista.
Según versiones de vecinos de la casa de calle Pedro Donoso las
personas que esa noche llegaron detenidas estaban descalzas, con los
brazos atados atrás de la espalda, amarrados y con la vista vendada. El
sargento Ivan Quiroz y el capitán Francisco Zúñiga fueron encomendados
para designar a parejas de oficiales que ejecutarían a cada uno de los
siete frentistas detenidos.
La misma CNI calculó que esa noche había cerca de un centenar de
agentes, carabineros y detectives dentro y fuera de la casa. La orden
para que los efectivos asignados a cada víctima percutara sus armas se
dio lanzando un ladrillo en el techo, mientras el resto de los agentes
disparó al aire y gritó para dar a los vecinos la idea de un
enfrentamiento. Alrededor de las 5.30, los siete frentistas fueron
acribillados. Después, según varios agentes, entró en acción el capitán
Francisco Zúñiga, quien procedió a rematar a cada una de las víctimas.
En el primer dormitorio quedaron los cuerpos de Ricardo Rivera Silva, con cinco impactos recibidos a mediana distancia, y de
José Joaquín Valenzuela Levi,
con 16, efectuados a corta distancia. En el primer pasillo fue muerto
Manuel Valencia Calderón, con 14 disparos hechos desde unos tres metros,
en ráfaga. Del informe balístico y de la autopsia se concluye que fue
colocado al final de este pasillo, donde había una puerta abierta, y
fusilado.
El cuerpo de Ester Cabrera Hinojosa, con cinco impactos de bala, fue
encontrado en el interior de la cocina. En ese lugar no hay huellas de
disparos. Del análisis de los peritajes se concluye que la víctima fue
fusilada en un pasillo lateral y que, posteriormente, su cuerpo fue
dejado en la cocina.
El cuerpo de Ricardo Silva Soto presentaba 10 impactos de bala. De
acuerdo con los informes periciales, fue baleado dentro del segundo
dormitorio y rematado en el suelo, según revelan varios impactos en el
piso de la pieza. Un detalle significativo de que no hubo
enfrentamientos es el hecho de que Ricardo Silva presentaba heridas de
bala en las palmas de sus dos manos, en un intento instintivo de
protegerse, desde el suelo, de las balas con que finalmente lo mataron.
Muy cerca del cuerpo de Ricardo Silva fue encontrado el de Elizabeth
Escobar Mondaca, con 13 impactos de bala, 10 de los cuales fueron
efectuados a muy corta distancia, según la autopsia. La joven, igual que
Ricardo Silva, fue baleada primero dentro del segundo dormitorio y,
posteriormente, rematada a menos de un metro de distancia, con varias
ráfagas, contra un muro de una habitación deshabitada. El cuerpo de
Patricia Quiroz Nilo apareció al fondo del extenso pasillo interior de
la casa de Pedro Donoso y presentaba 11 impactos de bala.
Un policía que estuvo en todos los lugares donde murieron las
personas en la Operación Albania, declaró en el proceso que todos los
sitios del suceso estaban profundamente alterados y que al llegar a
ellos los impactos de bala en los muros habían sido removidos. También
declaró que
"todas las armas de las víctimas estaban colocadas en la mano izquierda".
Fallo Judicial
Estos hechos fueron investigados en el proceso judicial rol No. 39.122-87.
El
28 de enero de
2005 el ministro en visita
Hugo Dolmestch
condenó en primera instancia a cadena perpetua al ex director de la CNI
Hugo Salas Wenzel, por los asesinatos cometidos en el marco de la
llamada Operación Albania. Asimismo, sentenció a quince años de prisión
al ex jefe operativo de ese disuelto organismo Álvaro Corbalán, y a diez
años al ex oficial de
Carabineros Iván Quiroz,
quien fue pieza clave de esta operación. Este último permaneció prófugo
de la justicia desde el momento de conocerse el fallo de última
instancia, en septiembre de
2007, siendo apresado por la policía el día
23 de enero de
2008 en
Concepción, e ingresado al día siguiente en la
Cárcel de Punta Peuco.
En el fallo dictado por el ministro en visita se señaló que Salas
Wenzel fue condenado a la pena de presidio perpetuo como co-autor de los
delitos de homicidio simple de los doce frentistas muertos en
junio de
1987.
NOTA. Tomado de le Enciclopedia virtual WIKIPEDIA.