lunes, 26 de mayo de 2014

MEDIO SIGLO DE GRANDES ROBOS EN CHILE (1870-1920)




Si bien el tramo que abarca la excelente revisión que hace el historiador y académico, Daniel Palma Alvarado, pudiera resultar lejana y hasta pintoresca, al tipificar y mostrarnos la galería de próceres fundacionales nuestra patria delictual, tiene como gran virtud el animarse a describir, por sobre todo, las circunstancias en que se instala acaso, una de las bellas artes: el robo.
Pues el libro, de entrada, intenta señalar de qué manera el “delito contra la propiedad” se ha utilizado para infundir el miedo que justifique la persecución de los delincuentes y faculte la dura represión de las clases más desposeídas, entre quienes también se ha convertido en matriz de sentido entender, de qué manera, cuando no hay qué comer, se roba por necesidad, y de esos delitos está plagada la Historia no sólo nuestra sino de la Humanidad.
Se habla de lanzas, de cogoteros, bandidos, estafadores, salteadores de caminos, bandoleros, pero no por ello la reducción del periodo evita proyectar -¿qué otra intención podría tener la revisión sino irrumpir en el presente?– al enfatizar de qué modo, la imposición de la burguesía que derivó en una explosión social e instauración de la desigualdad, en las primeras décadas del siglo XX, consiguieron implantar el capitalismo en Chile “comprendiéndose –agrega Palma en su prólogo– a la violencia social y las transgresiones como el resultado no deseado de un sistema que en sí es portador del germen de la delincuencia”. Y más adelante se cuestiona: “¿Estamos ante un fenómeno meramente coyuntural o existe acaso una suerte de cultura delrobo chilensis?” Cierto o no, en Chile el robo no sólo se halla entre los marginales desempleados, sino que se practica a toda escala y los últimos años, así como crece la demanda por una mayor seguridad civil, ciudadanos de bien, pagando al tres al cuatro, son estafados, robados, usufructuados en sus pocos pesos o escuálidos ahorros, por esa otra rama que el sociólogo estadounidense, Edwin H. Sutherland, a fines de los años 40’ describió tan bien como white collar crime, algo así como ladrones de “cuello blanco” o “de corbata”, diríamos nosotros.
A continuación entregamos algunos pasajes del Capítulo 2 de la Primera Parte, “Alarma en los campos: el bandidaje rural”. Una lectura de verano, altamente recomendada, en tiempos donde todo tiene un precio y el que no corre vuela.
El Valle Central: cuna de los bandidos clásicos
En el marco de la crisis económica de la década de 1870, los robos se multiplicaron en todo el Valle Central. A las partidas de bandidos que desde el período colonial nunca habían dejado de existir (como los tristemente célebres ‘pelacaras’ de los Cerrillos de Teno), se fueron sumando muchos peones agobiados por el hambre que se apoderaban de animales, principalmente bueyes, que luego faenaban para el consumo inmediato. En
los expedientes criminales y el gran número de solicitudes de indulto que se conservan y documentan la experiencia de la crisis, sobresalen los condenados por abigeato (por lo común, hurtos de uno o dos animales), que en sus súplicas dan cuenta del efecto devastador de esta coyuntura en las economías campesinas. En 1878, la miseria debida a “la mucha escasez que hubo en estas provincias en la época en que se verificó el hurto, octubre del año pasado”, fue invocada por el tribunal de Concepción como atenuante para un hombre que se había apropiado un buey y una ternera en Lebu.
En el contexto de la ruina y del hambre, el robo ocasional se convirtió en una opción para muchos labradores.
Parte importante de los llamados ‘bandidos’ eran jóvenes e inexpertos gañanes que ejecutaban sus golpes de mano bajo la modalidad del convite, sin mayores preparativos ni conocimiento entre los involucrados. Bastaba un buen dato que era socializado entre los pares en chinganas, carreras de caballos, en los suburbios de las ciudades, donde se hacían las ‘invitaciones’ a saltear o robar animales. Entre parientes, de a dos o en pequeñas cuadrillas los convocados se reunían en caminos rurales o cerros y se dispersaban tras los atracos. Su radio de acción era limitado. En 1878, en Yumbel se presentó un caso típico:
“Amador Montero confesó que en la tarde del 21 de abril en casa de Juan Pacheco se concertó con Leonardo Montero para robar a don Pedro Juan Villagrán y que cerca de la estación del Cabrero deberían juntarse con Sinforeano Montero y José Manuel Sepúlveda (alias el Chico) y que bajo las órdenes de éste fueron a la casa de Villagrán, forzaron la puerta de la casa y entraron a ésta. … después se fueron a un monte, en donde se distribuyeron de lo robado”. Acto seguido, los hombres no se volvieron a ver.
Estos robos eran por lo común de menor cuantía, con magros botines cuyos réditos se gastaban en remoler o a lo más permitían satisfacer necesidades urgentes.
Pero de todos modos, preocupaba su multiplicación y también el número de
Peones que traspasaban el límite –el del ‘hurto famélico’– y se habituaban a subsistir de los bienes ajenos. Durante la coyuntura de los 70, el explosivo aumento de los delitos y de los bandidos diseminados por los campos derivó en pánico entre los grandes propietarios.
Nadie estaba seguro, al punto de que Benjamín Vicuña Mackenna propuso en 1875 la inversión de diez mil pesos en armas para repartir entre los hacendados. El debate parlamentario fijó una estrategia de contención consistente en aplicar con mayor dureza los castigos y dotar a los jueces de poderes más discrecionales. Esto se rubricó mediante la promulgación de la denominada ‘ley contra el vandalaje’ el 3 de agosto de 1876, la que fue aprobada en ambas cámaras “bajo las influencias del miedo”. El preámbulo es revelador de las urgencias y sensaciones del momento al indicar que “el estado de inseguridad en los campos y aun en las poblaciones es tal, que nadie se siente tranquilo en su hogar ni aun tomando todas las precauciones posibles”. Esta ley se utilizó para imponer en forma masiva la pena de muerte y la de azotes en delitos asociados al bandolerismo. Dejó a los jueces en completa libertad para obrar según su criterio, al extremo de que el artículo 2º subrayaba explícitamente que en procesos por delitos como el homicidio, el hurto y el robo, quedaban sin efecto “todas las leyes relativas a la apreciación que los jueces deben hacer de la prueba en causas criminales”.
En el fondo, el incremento del bandolerismo y del miedo pusieron en tela de juicio los nuevos mecanismos punitivos que buscaba implantar el Código Penal desde 1875, apelándose, igual que antaño, a la idea del castigo físico contra los infractores y a sus efectos persuasivos sobre los demás. El año 1878 en Concepción, por ejemplo, se argumentó para condenar a dos acusados de abigeato: “Los reos han sido aprehendidos con tres bueyes que pertenecen a distintos dueños; como esta clase de delitos se está repitiendo con tanta frecuencia conviene reprimirlos con más severidad aplicándose la pena de azotes que tiene la ventaja de ser ejemplar”. Por cierto, las solicitudes de indulto de estos años, particularmente de reos condenados entre 1876 y 1878, están colmadas de peticiones dirigidas al Consejo de Estado para que se suprimiera o rebajara la pena de azotes que a partir de entonces recayó invariablemente sobre los ladrones.
Los castigos físicos, sin embargo, no pudieron liquidar el bandolerismo que, tras el paréntesis de la guerra del Pacífico, continuó desarrollándose espontáneamente en la versión del convite. En Viña del Mar en 1887, una cuadrilla de seis hombres asaltó la casa de José Tapia, ofreciéndonos un modelo de este primario sistema de despojo:
Manuel Donoso expuso que se juntó con Juan Bustamante y Vicente Guerra en el juego de bagatela de Francisco Cabezas, en donde les invitó Bustamante para ir a saltear una casa, agregándoles que más arriba esperaban otros amigos…; que durante toda ésta [noche] durmieron en el bosque y ahí permanecieron ocultos también todo el día siguiente; que al oscurecer se encaminaron a la casa de Tapia con el fin de dar el golpe y, entrando todos “de empellón”, se procedió a amarrar a un hombre y a una mujer a quienes se pegó algunos palos con los tizones de la cocina a fin de que dijeran dónde tenían la plata, empezando cada cual a robar lo que encontró…; que después de esto emprendieron la fuga y se hizo en el cerro el reparto de lo robado. Por otra parte, salteadores de tiempo completo sembraban el terror en los caminos, que de acuerdo con diversos testimonios resultaban muy peligrosos para los viajeros.
Malhechores, fugitivos de la ley y desertores del ejército se refugiaban en los cerros de la costa o se movían constantemente en las zonas rurales cometiendo toda clase de tropelías. El salteo se volvió una opción de vida para muchos de ellos.
Un prototipo fue Bárbaro o Alvarito Muñoz, soltero de 26 años al momento de ser procesado, oriundo de San Javier, prófugo de la justicia, acusado de trece delitos consumados en poco más de un año (1881-1882) y que incluían varios hurtos de yeguas ensilladas y caballos, salteos nocturnos a transeúntes y cargar armas prohibidas, todo esto en la región del Maule en torno a Talca, San Javier, Loncomilla y Linares. Usualmente, Alvarito se hacía acompañar de algún cómplice y mientras amenazaba a la víctima con revólver, su socio la despojaba de ropas, dinero y caballo. En algunos de los salteos, como el que afectó a la casa de Juan Arellano, Muñoz integró una “partida no menor de ocho bandidos”.
No es extraño encontrar en esta misma época expedientes que procesaban a bandas completas, como el de una que operó en los alrededores de Santiago entre 1885 y 1888 a la que se atribuyeron nada menos que 44 crímenes, entre los cuales figuraban robos con homicidio, lesiones, hurtos de animales y fugas desde diferentes cárceles con sustracción de armamento. Estas gavillas tenían una organización más estable y era frecuente que sus integrantes se conocieran en prisión o durante una evasión. En las declaraciones de testigos y víctimas de esta clase de bandidos se hacía especial hincapié en la violencia con que sufrían el despojo de sus pertenencias, tal como expusieron dos hombres que “fueron asaltados por tres individuos desconocidos…, quienes después de herirlos y maltratarlos a garrotazos, les quitaron los caballos ensillados y demás objetos…”, en las afueras de Chillán. En uno de los asaltos protagonizado porAlvarito Muñoz, habrían disparado más de 25 balazos y en el salteo a una casa en Chimbarongo en 1887, uno de los condenados portaba “tres revólveres, uno envainado grande a la cintura y otros dos más chicos en los bolsillos y también un puñal corvo…”. La brutalidad de los atracadores en este último caso cobró dos víctimas fatales. Cuchillos, sables, palos, garrotes, huascas y, en forma creciente, armas de fuego (choco, revólver) formaban parte de los implementos de los salteadores rurales quienes, llegado el momento, los utilizaron sin vacilación. De este modo, las partidas más numerosas y formalizadas se distinguieron del bandido ocasional por el uso de la fuerza, en lo que se constituyó en un tópico que la prensa proyectó al conjunto de la delincuencia rural.
La prosperidad salitrera no sirvió para contener el bandidaje, que continuó siendo una preocupación nacional, desarrollándose en las mismas inmediaciones de las principales ciudades del país ante la manifiesta ausencia de policías rurales. El periodista Juan Rafael Allende dio cuenta de esta realidad en 1887, al acusar recibo de “un buen número de cartas escritas por agricultores de las vecindades de Santiago, en las que con negros colores me pintan la desesperante situación a que los tiene reducidos la falta de policía rural” y se preguntaba, “¿cómo estarán esos campos sin rurales y sin celadores? Con solo pensarlo se me ponen los pelos de punta”. Los subdelegados informaban casi cotidianamente al Intendente de Santiago de los salteos ocurridos en sus distritos, refiriendo la “continua alarma en que viven sus moradores” y el hecho de que los bandidos “recorren sin temor los campos y premeditan y ejecutan sus asaltos a mano armada, fugándose en seguida sin que haya quienes puedan perseguirlos en los primeros momentos, que son los más oportunos para su aprehensión”. En los años 90, más de lo mismo, como leemos en los testimonios de afligidos vecinos de Renca y Talagante, que se quejaban “del bandalaje que asola nuestras subdelegaciones rurales” y temían por sus vidas y propiedades.
Hacia fines del siglo XIX, el panorama en las áreas rurales era desalentador. Quien fuera el juez letrado de Caupolicán desde 1892, dejó un testimonio de su experiencia: Los asaltos a mano armada en los campos y en los villorrios, con su obligado cortejo de homicidios, violaciones y saqueos; los asesinatos pacientemente preparados y ejecutados por malhechores llevados ex profeso; los robos y hurtos de animales verificados a diario, y los delitos, en fin, de toda especie se sucedían, a pesar de todo, con frecuencia abrumadora, produciendo como resultado inmediato una vida azarosa y de constantes sobresaltos en la población rural y el mantenimiento de la cárcel de la ciudad de Rengo constantemente repleta de criminales. El problema radicaba, según este celoso funcionario judicial, en la falta de prevención y la desidia del poder ejecutivo en esta materia. Las partidas de salteadores en los campos provocaban mucha inquietud, como podemos apreciar también en la Lira Popular, que narra regularmente violentos atracos que afectaban a haciendas, despachos y viviendas de inquilinos localizadas en el Valle Central, en torno a lugares como Rinconada, Olmué, Quilpué, Buin, Rancagua, Rengo, Pelequén, Teno, Curicó, Panguilemu, Linares, Cauquenes, Chillán y Concepción. Rosa Araneda grafica esta preocupación, al exclamar en un verso a propósito de un robo con muertos y heridos en Olmué: “El bandalaje hoy en día, / esta no es ponderación, / se halla en nuestra nación / sin Dios ni Santa María”.
La Lira Popular esbozó la misma imagen de descontrol, de un bandolerismo sin Dios ni ley, que encontramos en múltiples documentos, diarios y revistas como el boletín de los agricultores, donde se planteó en 1898 que la inseguridad de los campos y la continua amenaza de un salteo generaba el absentismo de los propietarios rurales de sus fundos. Así entonces, la segunda mitad del siglo XIX aparece signada por el accionar de los  bandidos rurales, que principalmente recurrieron al abigeato, al salteo de los transeúntes y al robo en las casas, sin importar a menudo si sus moradores estuvieran o no.
Entre los bandoleros más insignes de este período hay que destacar a Francisco Rojas –el mítico Pancho Falcato– y a Ciriaco Contreras. Ambos se convirtieron con los años en personajes legendarios e íconos del bandidaje chileno. A diferencia de la semblanza feroz y bárbara que solían pintar los medios de comunicación cuando daban cuenta de cuatreros y asaltantes ‘comunes’, Falcato y Contreras simbolizaron al bandido amable que ridiculizaba a sus perseguidores y salía airoso, que era capaz de burlar la maquinaria represiva y judicial sin perder su buen humor. Tal como los presenta la tradición literaria y poética, no eran de esos sanguinarios criminales que abusaban de los más débiles, sino ladrones astutos y valerosos, cuyos actos dirigidos contra los bienes de los grandes propietarios les valieron el apoyo y la simpatía de parte de los más pobres. No cabe duda que los nombres de Falcato y Contreras permanecieron en la conciencia histórica del pueblo chileno hasta bien entrado el siglo XX. Las hazañas de estos bandidos fueron ampliamente difundidas y ensalzadas en la época. A Falcato en vida se le hizo un reportaje en el diario El Ferrocarril (1877) y luego fue retratado en el libroAstucias de Pancho Falcato, el más famoso de los bandidos de América, escrito por Francisco Ulloa en 1884. El autor lo había conocido personalmente cuando se desempeñaba como subdirector de la Penitenciaría de Santiago. En la prensa y las poesías populares se llegó a emplear la palabra ‘falcato’ para designar genéricamente a los ladrones. Contreras, en tanto, con motivo de su captura y muerte hacia 1891, fue objeto de una serie de versos de poetas como Rolak e Hipólito Casas-Cordero. Más tarde, Rafael Maluenda publicó en El Mercurio algunos artículos que tituló Aventuras de Ciriaco Contreras. En 1924, el comisario Ventura
Maturana calificó a estos dos hombres como “salteadores de oficio a la alta escuela, que la tradición popular recuerda en sus hechos culminantes”, develando que en los anales de la policía pasaron a representar el arquetipo del bravío salteador, admirado incluso por agentes y guardianes.
Estrictamente hablando, Falcato no fue el típico bandido rural. Sus andanzas se desarrollaron ante todo en Santiago y los alrededores e incluyen también incursiones en Valparaíso y La Serena. No era de los que se escondían en los cerros y desde allí dirigían a alguna gavilla, sino más bien operaba en y desde la ciudad, apelando a los disfraces y la astucia para engañar a sus víctimas. Un autor lo considera “la personalidad preponderante del hampa santiaguina por más de 23 años”. Desde 1837, había sufrido diversas condenas por robo de animales, lesiones, heridas y salteo, a lo que se sumaban al menos tres espectaculares fugas desde la prisión ambulante y la cárcel.
Aunque pasó la mitad de su vida tras los barrotes, Falcato no se lamentaba. De hecho, en una entrevista habría expresado: “…mi vida es muy linda. ¡Qué importan esas vidas que cuentan de extranjeros! Ninguna vale lo que la mía. Toda mi vida es una serie no interrumpida de emociones, una agitación continua, un batallar incesante, un ir y venir interminable, un flujo y reflujo inacabable y eterno”.
En 1875 lo encontramos solicitando el indulto de una condena a cuatro años de Penitenciaría por el hurto de once vacunos desde el fundo San Javier en San Bernardo. Falcato era acusado de sustraer los animales del potrero, habiendo echado abajo un pedazo de pirca. Habría actuado de noche junto a un cómplice y con el rostro cubierto, llevando luego el ganado a la chacra de Cerro Negro, donde fue puesto “a talaje” para poder ser comercializado. En su petición, Falcato negaba el delito e involucraba a un agente secreto de la policía que recogía los animales robados. El procurador utilizó el argumento de la regeneración del reo para lograr el perdón:
“No creo que V.E. por solo el nombre de un hombre que ha pasado largos años en el crimen y ha expiado este con el desprecio, con las cárceles, con las duras horas y remordimientos del delincuente que llegó a ser el tipo de lo malo, el terror en boca de la fama pública… no creo, repito, que V.E. solo por ser Rojas el Falcato terror de los campos del sur, héroe de leyenda, no oiga ni escuche ahora la voz de un hombre a quien el crimen en sus severas reacciones hizo honrado…”.
Añadía que, si bien tarde, Falcato era otro hombre que valoraba el hogar, la familia y el trabajo. Pese a esto, no fue indultado.
Poco después, un reportero que lo visitó en la cárcel en el verano de 1877 describió a Falcato como un hombre atlético de unos sesenta años, “con su sombrero en la mano, saludando políticamente al visitante”. En esa ocasión, denunció que su primera estadía en la prisión de los carros ambulantes había sido “como una marca de fuego grabada indeleblemente sobre mi frente”, en vista de la cual los jueces lo condenaban por cuanto crimen se le imputaba. Y dijo: “Yo no tengo en Chile más enemigo que la justicia. Fuera de ella, todo el mundo me quiere. ¡Ah! Ya no sé dónde poder vivir para que se me deje trabajar en paz ¡con mi mujer y mi hija!”. De acuerdo al estudio pionero de Elvira Dantel, Falcato finalmente murió en prisión hacia 1879, cumpliendo condena.
El caso de Ciriaco Contreras reúne más atributos del bandolero social, según el perfil trazado por Eric Hobsbawm sobre el “ladrón noble” en el clásico libro Bandidos. De partida, su conversión a esta vida ruda se debió a una prisión injusta por un delito que no había cometido. Contreras nació en la década de 1840 en la hacienda Huaquén a orillas del río Mataquito y su figura se asocia principalmente al robo de ganado en perjuicio de los ricos terratenientes. Liderando una banda que operó entre 1860 y 1885, su radio de acción comprendió la zona de Colchagua, Curicó y Talca, donde se transformó en terror de los hacendados. La leyenda afirma que también realizó correrías en Argentina y resalta su cercanía con los campesinos, basada en su “buena facha” y dadivosidad. En contraste con otros bandidos, la tradición popular valoró el hecho de que Ciriaco no derramara sangre, calificándolo como el “ladrón más afamado” que jamás pudo ser atrapado por la policía.
Estos rasgos fueron puestos de relieve en los versos que se compusieron tras su muerte y que insistían en la necesidad de dar a conocer sus aventuras para ejemplo de los demás. “Murió Ciriaco Contreras / en el sur dicen los mauchos / porque fue de aquellos gauchos / ladrón de clase primera / bajaba como una fiera / a los pueblos a saltear / el rico particular / con él pasaba afligido / la historia de este bandido / muy necesaria es narrar”. Ciriaco fue exhibido como un gozador de la vida, respetado, querido y acogido por el pueblo rural que lloró su partida.
Otro igual en su carrera
En la faz no se ha encontrado
Porque a éste lo ha amparado
Saturno de su alta esfera.
Él se tiraba la pera
Con cazuelas de gallinas
Buenos carneros de lina
Comía de lo mejor;
A traer ganado mayor
También iba a la Argentina.
La vida de aquel valiente
Yo la publico en la prensa
Porque creo no es ofensa
Lo que hablo del eminente
Desde el Sur hasta el Oriente
Este toro recorrió
Niñas y viejas gozó
De aquel más lindo y volaco
La vida de don Ciriaco
Al fin aquí terminó.
Los casos de Falcato y de Ciriaco, si bien se salen del molde del bandido cruel e inhumano que prevalece en los medios sensacionalistas o que hallamos en muchos de los expedientes judiciales, dan buena cuenta de la latencia y ubicuidad del fenómeno del robo en las áreas suburbanas y rurales del siglo XIX. Asimismo, son ilustrativos de una serie de otras problemáticas, como las deficiencias policiales, la relación del transgresor con la justicia y las representaciones sobre aquel, que forman parte de la trama del robo.

(Texto tomado del sitio www.carcaj.cl)

sábado, 26 de abril de 2014

BREVE HISTORIA DEL PRIMERO DE MAYO Y DE SU PRESENCIA EN CHILE

A PROPOSITO DEL 1ERO DE MAYO, BREVE HISTORIA DE LA EXPERIENCIA DEL PODER POPULAR CHILENO.

abril 26, 2012 by concepción

1MayoUn Primero de Mayo, hace ya 126 años, una Huelga General en Chicago, termina con una gran masacre en la que caen numerosos trabajadores y sus dirigentes luego de ser encarcelados son, en su mayor parte, condenados a muerte.

Desde entonces los trabajadores de todo el mundo rinden homenaje, cada año en esta fecha, a sus compañeros caídos conmemorando su combatividad y espíritu de lucha.

Como Colectivo Poder Popular queremos también rendir un homenaje a estos compañeros y a todos los trabajadores que siguen hoy su ejemplo luchando, hasta en los lugares mas apartados del mundo, por la liberación total de los trabajadores.

Y que mejor homenaje que el recuerdo de algunas de las luchas que han llevado a cabo los trabajadores desde hace ya más de un siglo en nuestro país. Luchas duras, heroicas, combativas. Luchas que no siempre lograron un triunfo inmediato, pero que si lograron siempre hacer crecer, madurar y hacerse mas fuerte a nuestra clase obrera.

Empecemos con lo que ocurrió en el gobierno de Pedro Montt, cuando el capital extranjero era el amo y señor en las provincias salitreras y la miseria de la clase trabajadora se hizo mas evidente porque sus salarios fueron disminuidos a menos de la mitad por la baja del cambio de 18 a 8 peniques, cuando los accionistas en Inglaterra recibían suculentos dividendos, producto del salitre que llegaba a fertilizar las tierras de otros países mezclado no solo con el sudor, sino con la carne y la sangre del trabajador pampino, puesto que muchas veces caían obreros en el “cachucho” hirviendo a 115 grados y se fundían en una sola mezcla con el salitre.

En esta situación de espantosa explotación empieza un movimiento reivindicativo por mejores salarios, medidas de seguridad, escuelas, protección contra el despido arbitrario, etc. Después de largas tramitaciones, el 13 de diciembre de 1907 se hizo efectiva la huelga. Esta comenzó en la oficina Jazpampa y se extendió por toda la pampa de Tamarugal.

Los obreros inician una larga marcha a pie hasta Iquique, ya que los patrones del salitre paralizaron los trenes. En cada empalme del camino se va engrosando la columna de trabajadores decididos a hacerse oir por las autoridades. La masa obrera tiene fe en sus gobernantes, tiene confianza en que se le hará justicia. Los patrones de las salitreras, alarmados ante la inmensa muchedumbre decidida a luchar, piden el envio de la tropa. Se movilizan los regimientos de todas las provincias del Norte, y se envían transportes desde Valparaiso y Rancagua.



marusiaMientras tanto, en Iquique siguen las tramitaciones. Se pide a los obreros que vuelvan a sus faenas, para continuar con las negociaciones y como los obreros se niegan a regresar, se lanza a la tropa contra miles de trabajadores, mujeres y niños que se encuentran refugiados en la Escuela Santa María.

Un rio de sangre había corrido entre los ricos y el pueblo. Los trabajadores aprendieron que el gobierno no era su gobierno si no que defendía los intereses de unos pocos privilegiados y no los intereses del pueblo.

Pero los trabajadores aprenden con sus derrotas, corrigen sus errores se organizan mejor, confían menos en las conversaciones con los patrones, confían más en su propia forma de resolver conflictos.

Concurrido tres años ya de la Masacre en el norte salitrero, el 9 de marzo de 1910 se desata la Gran Huelga del Carbón. Esta huelga fue muy bien preparada. Pradenas, presidente del consejo provincial de la FOCH de Concepción tenía la responsabilidad de dirigir la huelga. Sabe que para que la cosa marche bien no puede dirigirla desde su escritorio. Se dicide, por lo tanto, a conseguir papeles falsos para él y un grupo de compañeros, demasiados conocidos como elementos “subversivos” por los patrones como para poder hacerlo con sus verdaderos papeles, y se presentan a solicitar trabajo. Desde el fondo de la mina, desde el laboreo mismo, empiezan a trabajar por la implantación de la jornada de 8 horas en lugar de la de 12 horas que regia hasta entonces. En la superficie de la mina, trabaja otro equipo preparando el ambiente mediante panfletos y periódicos obreros.

La huelga se generaliza y se extiende durante 45 días. A Playa Blanca en Coronel, donde se instala un campamento y una olla común, llega la solidaridad de todos los sectores del país. Mientras tanto, en Concepción continúan las conversaciones.

El conflicto se resuelve con un alza importante de los salarios y una recomendación para implantar 8 horas. Como los trabajadores ya han aprendido y están cansados de promesas, deciden no esperar e implantan de hecho la jornada de 8 horas. Al terminar dicha jornada abandonan masivamente el trabajo en toda la zona del carbón.

Asi se implanta de hecho en esa zona la jornada de 8 horas. Esta es una gran conquista des los trabajadores. Sólo varios años más tarde se aprobará una ley que establece la jornada de ocho horas diarias para todos los trabajadores de Chile.

minerosEste importante triunfo obrero se debe a muchas razones. Entre ellas cabe destacar: una correcta dirección del movimiento, cuyos dirigentes máximos están directamente ligados a las mismas bases trabajadoras, una buena propaganda, una extensa generalización del conflicto, una gran combatividad de los trabajadores del carbón y sus mujeres, una fuerte solidaridad del resto de los trabajadores del país.

El ejemplo de la Revolución Rusa hace que la FOCH, guiada por Luis Emilio Recabarren, abandone sus fines de pura ayuda mutua y de conciliación de clase, y se transforme en una organización obrera revolucionaria que lucha por la destrucción del capitalismo y la instauración del socialismo (Congreso de Concepción, 25 de diciembre de 1919).

En 1919 en Puerto Natales, se llevó a cabo una de las experiencias emblemáticas del proletariado chileno en sus prácticas de construcción de Poder Popular. El Poder Popular desarrollado por esta experiencia fue de carácter local. El conflicto que comenzó cuando los industriales deciden despedir de su trabajo a los dirigentes obreros. Los trabajadores responden de inmediato con un paro de advertencia solicitando el reintegro a sus labores de sus compañeros. No se les hace caso. Se declara una huelga general que abarca toda la zona. Los patrones responden tratando de boicotearlos por hambre cerrando todas las pulperías, todos los almacenes. Los trabajadores, apoyados por toda la población, responden tomándose los almacenes, tomándose la ciudad, controlando los retenes de carabineros. Los obreros dominaron la ciudad, patrullaban las calles, imponian el orden. Se organiza un gobierno provisional por parte de los huelguistas, después que autoridades y policías huyeron de la zona. La Federación Obrera se hizo cargo de dirigir esta difícil función, el apoyo mutuo fue un factor determinante, llegando incluso colaboración desde los trabajadores argentinos, pero algunos días después llegaron tropas desde Punta Arenas, que Masacraron al pueblo y se ensañaron con los trabajadores.



federacion-obreraEl 6 de febrero de 1931, se aprobaría en el Congreso Nacional, el Código del Trabajo. Esta legislación prescribe el derecho de los trabajadores urbanos de sindicalizarse por unidad de producción donde laboren un mínimo de 25 obreros, consagra el derecho a la huelga y establece un sistema de arbitraje y conciliación entre obreros y patrones para resolver pacíficamente los conflictos del trabajo. En palabras sencillas se busca institucionalizar la protesta obrera, de las cuales los sindicatos como organizaciones de Poder Popular, habían ido a la cabeza del movimiento obrero chileno desde principios del siglo XX. Canalizando los conflictos y modelando todo un sistema de relaciones de trabajo que será la tónica social predominante en los años venideros. De esta manera se termina con un ciclo del movimiento sindical, que Luis Vitale denomina sindicalismo libre, transformándose en la década de 1930 a un sindicalismo legal. La fase del sindicalismo libre, inaugurada a principios del siglo XX con las Mancomunales y Sociedades de Resistencia, se caracterizó por la autonomía e independencia sindical respecto de los partidos políticos y principalmente por su falta de institucionalización. En cambio, la fase del sindicalismo legal, abierta con la promulgación del Código del Trabajo, se caracterizó por la aceptación de leyes que reglamentaban el funcionamiento de los sindicatos y las limitaciones de la huelga.

Si bien la tónica del movimiento obrero, se dio de una forma conciliadora y paternalista por parte del estado, y aunque la CTCH procuró, no apoyar las huelgas que fueran en contra del Frente Popular, entre 1938 y 1945 se desencadenaron más de 200 huelgas. Múltiples fueron otras formas en donde el Poder Popular se hizo sentir con la movilización de otros sectores.

azkin040600Entre los hechos más relevantes se encuentra la denominada Rebelión Campesina de Ranquil, en 1934, considerada como la principal lucha por la tierra en el sur de Chile. Los terratenientes viendo afectados sus grandes intereses, presionaron al gobierno para que expulsara a los colonos, los cuales en pleno invierno y bajo mucha nieve debieron buscar algo con que comer y abrigarse, grandes grupos de campesinos ante la desesperación, asaltaron varias pulperías lo que desató una represión aun mas brutal. El día 29 de junio de 1934, se va a producir el primer enfrentamiento armado entre los campesinos pobres y la policía, más de cien campesinos se atrincheran en la rivera norte del río Ranquil, logrando impedir el ataque. Esto sube la moral y el grado de combatividad de los demás campesinos, los cuales en una táctica de hostigamiento constante hacia las fuerzas del orden logran escabullirse en los tupidos bosques de la cordillera de la Araucanía. Desde mediados de junio de aquel año, hasta bien entrado el mes siguiente, el Alto Bío Bío se tiñó de sangre mapuche y chilena, luego de que casi un millar de habitantes de esa zona se alzaran en armas contra el gobierno de Arturo Alessandri y pusieran en jaque la seguridad de los colonos extranjeros que se habían apropiado, con la venia del Estado chileno, de los ancestrales territorios pehuenche de la alta cordillera. La insurrección campesina se extendió a toda la región de Lonquimay, abarcando más de 1.000 campesinos que entraron en combate con primitivas carabinas, garrotes, hachas y cuchillos. La represión no se hizo esperar y Carabineros de Chile hizo su entrada triunfal en los avatares represivos, sofocando el alzamiento, para luego asesinar cobardemente a casi 500 prisioneros que se habían rendido al verse derrotados.

Otras de las formas en las que se va a expresar el Poder Popular, va a ser con la radicalidad que alcanzarán hacia la década de 1940, los mineros del carbón, con la llamada Gran Huelga del Carbón de 1947, la cual desde Liquen a Plegaria, el gobierno de González Videla desata una violenta represión que incluye la muerte, encarcelamiento y relegación de dirigentes sindicales al campo de concentración de Pisagua. Un joven oficial cumple funciones represivas en Coronel durante ese periodo Augusto Pinochet Ugarte.

Con el triunfo de la Unidad Popular, empieza una nueva etapa en el desarrollo de la lucha de clases en Chile. Consideramos que este periodo corresponde a un proceso de maduración de las fuerzas populares, no se debe entender como un proceso aislado, sino que debe entenderse como la finalización de un largo proceso de acumulación de fuerzas y de un largo proceso histórico por parte de las organizaciones sindicales, campesinas, poblacionales y populares en general, que apuntaban hacia la transformación de la sociedad, a un cambio del sistema de dominación.

Debemos también considerar que durante el período del gobierno de la Unidad Popular existe una verdadera explosión de instancias de Poder Popular que surgen por diversas motivaciones, alcanzan distintas extensiones (barrial, de área industrial, comunal, de sector agrícola) y son realizados por distintos sectores sociales (pobladores, trabajadores, estudiantes, campesinos). En este periodo los sectores populares se manifestaron y construyeron en múltiples organizaciones de bases que respondieron a las necesidades más inmediatas de la gente a la vez que crearon nuevas formas de socialización como también formas de poder defenderse de los ataques de la clase dominante, de esta manera surgen estas organizaciones de Poder Popular. Un Poder Popular que se destaca por ser iniciativa desde abajo, o como se le llama, desde las bases (llámese sindicatos, juntas de vecinos, federaciones, comités, etc.)

cordon_cerrillosLas organizaciones de Poder Popular surgidas y masificadas durante y con posterioridad a la “Crisis de Octubre de 1972” alcanzaron diferentes niveles de desarrollo. En nuestra consideración fueron los Cordones Industriales los que tuvieron un mayor nivel de desarrollo del Poder Popular, debido principalmente a la masividad que presentaban. Siendo organizaciones de trabajadores que autónomamente se coordinaron para luchar en contra del paro, abriendo las fábricas, haciéndolas producir, marchando hacia el centro y ejerciendo un control territorial en los sectores en donde funcionaron. Los Cordones Industriales, como formas de organización de los trabajadores, sobrepasaron a la CUT. Aunque esta era vista como una organización burocrática, hegemonizada principalmente por el PC, en ningún momento se vio a los Cordones como alternativos a la CUT, si no que se les impulsaba en el sentido de integrarse a esta para lograr una mayor democratización y eliminación de la burocracia sindical

En este sentido creemos que la expansión de los Cordones Industriales concretaba, en suma, diversos objetivos socialistas, conjugando la lucha política y la económica, a través de la autoconducción de masas y la gestión directa del proceso productivo, del ciudadano-asalariado individual, se pasa al compañero-productor social. Transformando sustancialmente la subjetividad de los trabajadores, eliminando la competencia existente al interior de la clase, y sustituyéndola por la solidaridad y el cooperativismo entre compañeros. Orientando el sano espontaneismo de las masas, brindando la posibilidad de ejercer la democracia y la gestión incluso a los no organizados.

Por su parte los Comandos Comunales de Trabajadores, fueron instancias de coordinación de las organizaciones sociales y comunitarias de las comunas, asumiendo responsabilidades de la distribución, salud, transporte y defensa de las comunas. Los Comandos Comunales fueron organizaciones impulsadas en su mayoría por el MIR, ya que esta organización encontraba en estos frentes mayor masividad, principalmente en los pobladores y estudiantes. El MIR veía a los Comandos, como las verdaderas organizaciones de Poder Popular, base del nuevo poder y de la nueva sociedad. Si bien estas no alcanzaron el desarrollo y la masividad de los Cordones Industriales, poder_popularrepresentaron profundamente la idea del Poder Popular, ya que estos albergaban en su seno a todas las organizaciones populares de una localidad, lo cual le daba una mayor territorialidad política. En algunos casos los Comandos Comunales, pasaron a ejercer el poder directo en las comunas en donde ejercían su liderazgo organizacional. Además al ser organizaciones que representan a una base social más amplia podían prefigurar de mejor manera las formas que tomaría la nueva sociedad socialista. El MIR fue el principal impulsor de los Comandos Comunales de Trabajadores, ya que era en el mundo poblacional en donde encontraba su principal base de apoyo, por ello, los trató de impulsar en desmedro de los Cordones Industriales. Los Comandos Comunales pasaban a ser el núcleo del nuevo poder del proletariado, del incipiente Poder Popular.

Desde la derrota del proyecto revolucionario en Chile y la salida pactada de la dictadura, amplios sectores del pueblo se encuentran a la deriva de las condiciones impuestas por el Neoliberalismo. Las poblaciones que antiguamente se caracterizaron por haber nacido como tomas en los años 70s, y en los 80s haber sido bastiones de la resistencia popular a la dictadura, desarrollando en sus territorios una amplia gama de organizaciones populares, culturales y revolucionarias que albergaban en sus ciernes gérmenes de Poder Popular. En los 90s a punta de represión y traición se desalojó de los territorios a la mayoría de las expresiones que seguían desarrollando un trabajo político cultural. La atomización, la dispersión y el asistencialismo, va a dejar a las poblaciones en manos de los partidos burgueses que cooptarán las Juntas vecinales y organizaciones comunitarias, las esquinas en manos de los narcos y toda forma de expresión política revolucionaria desplazada y estigmatizada.

Durante la década del 2000, después de un largo reflujo, se comienzan a generar nuevamente experiencias de construcción política, la posibilidad del desarrollo y la extensión del poder popular que se esta generando en Chile, esta limitado y contreñido por una lucha de clases que tiende a ser orientada a desenvolverse dentro del marco de la institucionalidad burguesa y dentro de un plano de acción política en el que el reformismo sigue teniendo un peso significativo entre las masas.

La experiencia histórica y la propia historia de los procesos revolucionarios chilenos, muestra que la lucha revolucionaria de la clase obrera, sólo puede desarrollarse si las iniciativas autónomas e independientes de las masas encuentran cauce para ampliarse, extenderse y desarrollarse en una dirección anticapitalista y antiestatal, logrando sortear el peligro constante de la reabsorción en el marco de la institucionalidad burguesa; de lo contrario la lucha de clases se enreda en el callejón sin salida de la institucionalidad burguesa.

El desarrollo del Poder Popular y sus organizaciones, es la coronación orgánica de un movimiento de masas en ascenso, del proceso de constitución del bloque históricomarcha revolucionario. Es decir, debe ser la expresión orgánica institucional del proceso de gestación y desarrollo de una alianza revolucionaria de la clase obrera, los pobladores, el campesinado pobres y el pueblo mapuche. En este sentido la organización y desarrollo del Poder Popular y sus instituciones, Asambleas Territoriales, Asambleas Populares, Coordinadoras Comunales, Movimientos Sociales, Asambleas Ciudadanas, Alianzas Territoriales, Sindicatos, Federaciones Estudiantiles..etc. Deben ser expresión de esa Fuerza Social Revolucionaria. El grado de conciencia y organización, la experiencia de la lucha de clases, los pobladores, los estudiantes, el campesinado pobre y el nivel alcanzado por el enfrentamiento social, hacen posible y necesaria la organización del Poder Popular en todas sus formas y expresiones.

¡!POR UN PRIMERO DE MAYO COMBATIVO¡!

¡!POR UN SINDICALISMO REVOLUCIONARIO DESDE LAS BASES¡!

¡! CON LA UNIDAD DEL PUEBLO ¡!

¡! CADA POBLACIÓN Y FABRICA UNA TRINCHERA ¡!

COLECTIVO PODER POPULAR

Concepción, 26 Abril 2012.

(Texto tomado del sitio: www.exprisioneroschile.cl)
 

viernes, 28 de marzo de 2014

Matanza de Plaza Colón




Se conoce como matanza de la plaza Colon a los tragicos sucesos ocurridos en la ciudad chilena de Antofagasta el 6 de febrero de 1906, hecho, el cual terminaria con la vida de 300 obreros en consecuencia de una huelga comenzada por trabajadores del ferrocarril Antofagasta-bolivia por demandas laborales, las cuales terminarian en la posterior masacre por parte de el ejército chileno y empresarios acaudalados de la naciente ciudad.

[editar] Causas

El 6 de febrero de 1906 obreros del Ferrocarril de Antofagasta a Bolivia realizaron un petitorio para pedir la extensión de la hora de almuerzo, pero la empresa denegó dicho planteamiento.La negativa de la empresa provocó la natural reacción de las mancomunales obreras.Tan solo 30 minutos que –a la postre- significarian 300 muertes según algunas fuentes, aunque lo oficial no llegó a los sesenta fallecidos, algo que era también frecuente en la epoca, como lo ocurrido en la matanza de la escuela Santa Maria en la ciudad de Iquique.
Se generó entonces una huelga a la que se sumaron también los lancheros –que eran muchos- junto a los marítimos, estibadores y carretoneros. Obreros todos, que alzaron sus voces para solicitar lo que les parecía justo: un tiempo prudente para compartir el almuerzo con su familia. Solo treinta minutos más.
Las cosas tomaron otro cariz cuando los miles de obreros organizaron un mitin en la Plaza Colón. Ante tan delicada situación, el Intendente de la época recurrió al comandante del Batallón “Esmeralda”, Sinforoso Ledesma, quien facilitó fusiles para armar a la llamada “Guardia Blanca”, que fue liderada por Adolfo Miranda, la que estaba integrada por personeros pudientes y comerciantes de la naciente ciudad de Antofagasta. A su vez, desembarcó un piquete de la marinería del crucero “Blanco Encalada”, fondeado en la bahía desde el día avieja ql nterior.
Los caldereros y los huelguistas todos, subieron por calle Prat a eso del mediodía, gritando consignas contra sus empleadores, alzando los puños y dejando en claro que “Obreros somos trabajadores, no esclavos…” Los manifestantes quedaron entre dos fuegos: la “Guardia Blanca” y la marinería del “Blanco Encalada”. Bastaria un tiro para que se desencadenaran los cruentos sucesos. La balacera segaria vidas por cientos, la mayoría obreros, caldereros, gente de mar… Una vez más el plomo y la metralla mordían la carne obrera, silenciando las voces de trabajadores que solo pedían media hora más para ir a almorzar a sus casas.

[editar] Consecuencias de la Masacre

Ironicamente, luego de la matanza, se produciria una sangrienta ecuación: diez muertos por cada minuto de trabajo (entendiendo que la demanda era por 30 minutos mas de colacion y la cifra de muertos 300), ya que, días más tarde, la empresa habría de conceder a sus caldereros aquellos 30 minutos que eran la base de su demanda.
Decia un periodista actual:
  "Muchos de ellos dejaron un espacio vacío –su lugar- en la mesa de sus hogares.
  Esos nunca más llegaron a su casa para el reparador almuerzo junto a los suyos..
  Ellos murieron por pedir tan solo treinta minutos más…"

(Tomado de Wikipedia, la enciclopedia libre)

sábado, 1 de febrero de 2014

LA MUERTE DEL REVOLUCIONARIO NELSON GUTIÉRREZ YÁÑEZ

¡No ha muerto! Nelson Gutiérrez vive en la memoria de Chile

Hombre valiente, inteligente, humanitario y excelente orador. ¿Qué más se podría decir del joven “gordito” que convocaba a decenas de miles de universitarios en Concepción? 
Imagen de José Martínez Fernández
2,522 Lecturas
18 de Octubre, 2008 07:10
Madrugaba en Internet hace unos días cuando leí la increíble nueva. Había muerto Nelson Gutiérrez Yáñez. Es decir: había muerto un baluarte de la lucha revolucionaria que se planteó en los años setenta en Chile.
Yo tengo viva la imagen de Nelson en aquella última reunión en que participó, en la directiva del MIR, Luciano Cruz Aguayo…antes que apareciera muerto en un departamento de Santiago Centro.
Joven, casi un niño, “gordito”, de mirada límpida, Nelson estaba allí junto a los altos dirigentes del movimiento que, en un tiempo, conmovió la historia de Chile.
Era la época de los grandes oradores, donde Luciano Cruz, Miguel Enríquez, Nelson Gutiérrez y otros llevaban la batuta por el MIR.
En el PC los grandes jóvenes oradores eran Alejandro Rojas y Gladys Marín, entre otros.
La DC contaba con Luis Maira y Antonio Cavalla y un joven muy delgado que, me parece, se llamaba Luis Badilla.
La Derecha tenía sus cartas en Jaime Guzmán, Andrés Allamand y otros pocos…
Habían más.
Hoy hay que contar con los dedos a los buenos oradores. Incluso ningún gobernante de la Concertación ha tenido el honor de contar con oradores como Allende, Ampuero, Tomic, Teitelboim y otros.
Pero volvamos a Nelson. Ya sabemos cómo querían los universitarios a Luciano Cruz.
Igual quisieron a Nelson. Luciano se batía en el campo, donde un día José Liendo Vera (el Comandante Pepe) combatiera y fuera fusilado junto a una decena de guerrilleros porque se habían tomado los terrenos de grandes hacendados…
Los mismos terrenos que la dictadura y la Concertación han “regalado”, a militares, policías, adherentes suyos, dirigentes políticos, etc.
Hoy, cuando Nelson no estaba muy involucrado en la lucha que dio en su juventud, nos conmueve su muerte y nos lleva a la pregunta de rigor: ¿Iba a participar de la política de hoy un hombre tan honesto como él?
Que la inmortalidad lo tenga en su gran morada. Los hombres como Nelson Gutiérrez Yáñez no mueren. Están de viaje por los amplios espacios de su utopía.
Foto: www.charquican.cl

NOTA: Este texto está tomado del diario digital EL AMAULE. Fue publicado en ese y en otros varios diarios ciudadanos en octubre de 2008.

domingo, 12 de enero de 2014

Navidad Trágica: La matanza de comunistas en Vallenar

por Iván Ljubetic Vargas.


Una Navidad Trágica:
LA MATANZA DE COMUNISTAS EN VALLENAR Iván Ljubetic Vargas
"Con el hambre y el plomo
el Gobierno civilista
asesina al proletariado"
(Bandera Roja, Santiago, 25-12-1931) Navidad
Volodia Teitelboim en “Un Muchacho del Siglo Veinte” escribió: “Un compañero nortino del Central entró de súbito, anunciando que había llegado la noticia de una matanza en Copiapó y Vallenar: la represión no cesaba... El relato del compañero nortino, que entró sin aviso en aquella noche de Pascua a la casa, era enredado y tremendo. Detalló la provocación. Un plan sintético para asaltar el batallón del Regimiento Esmeralda de Antofagasta apostado en Copiapó, a fin de atribuirlo a los comunistas que pretendían establecer en Chile el régimen proletario. Tramaron el asalto jefes de carabineros, que dirigieron a los conspiradores. Embaucaron a dos o tres entre los pobres y trataron de comprometer al doctor Osvaldo Quijada Cerda, un intelectual con simpatías marxistas... Así a las dos de la mañana del 25 de diciembre, dos grupos llegaron hasta la guarnición. Un soldado les abrió la puerta. Entraron y los recibieron amablemente con fuego de artillería. Por orden del capitán Villouta detuvieron a varios ‘conspiradores’ y los mataron. Se inventó una batalla. En aquella noche se calcula que fueron disparados entre 6 a 8 mil tiros de fusiles y ametralladoras... ”
¿QUÉ OCURRÍA EN CHILE A FINES DE 1931?
Los resultados de las elecciones presidenciales, realizadas el 4 de octubre de 1931, dieron holgado triunfo a Juan Esteban Montero, candidato de la coalición conservadora-radical-liberal que obtuvo 183.000 votos. Arturo Alessandri recibió 100.000; Manuel Hidalgo (que se presentó como comunista, a pesar de haber sido expulsado del Partido Comunista el año anterior), 3.000 y Elías Lafertte, 2.434 (el 0,86% del total de los sufragios).
El 3 de agosto de 1931 se inició el gobierno de Juan Esteban Montero. Durante su administración -sostiene Luis Corvalán, en ‘Ricardo Fonseca combatiente ejemplar’- "el país siguió sumido en la crisis. Las paralizaciones industriales continuaron. El ejército de los sin trabajo era mucho más grande. Desde las pampas del salitre se habían venido, hacia el sur, decenas de miles de familias que deambulaban por las calles con sus niños harapientos y famélicos, solicitando en cada casa un poco de comida. Centenares de seres humanos, sucios, piojosos, se agolpaban en las puertas de los regimientos o de los internados educacionales, haciendo filas con sus tarros oxidados, para recibir las sobras del almuerzo...".
FEDERACIÓN DE LAS IZQUIERDAS
En el periódico “La Provincia de Tarapacá”, de Iquique, se publicó fechada en Santiago 26 de diciembre de 1931, la siguiente información: “Se verificó en esta capital una importante reunión de políticos quedando solemnemente constituida la Federación de las Izquierdas, la que ha sido integrada por los partidos Radical Socialista, Demócrata, Liberal Democrático, Socialista y numerosas entidades
De profesionales, obreros, empleados, Sociedades Mutualistas y otros valiosos elementos independientes. De orientación ibañista-alessandrista, nació con el objetivo de hacer dura oposición al gobierno de Juan Esteban Montero.
Se firmó al efecto un Acta Programa firmada por el doctor Manterola, señor Enrique Barboza, José Dolores Vásquez, Oscar Cuadra, Ramón Briones Luco y otros destacados políticos”.
PROVOCACIÓN DE DERECHA
En Copiapó, tres días después, en la madrugada del 25 de diciembre, elementos alessandrista-ibañistas, de la Federación de las Izquierdas, que lograron incorporar a parte de los muchos cesantes existentes en esa ciudad nortina, llevaron a cabo un absurdo asalto al cuartel del batallón Esmeralda.(Batallón del Regimiento Esmeralda de Antofagasta, apostado en Copiapó)
Entre los conspiradores que prepararon el ataque, estaba infiltrado el capitán Guillermo Villouta Ruiz, Comandante del Cuerpo de Carabineros de la localidad. Éste, en vez de impedir la acción, dejó seguir su curso, para tender una trampa a los complotados.
El Intendente de Atacama, Víctor Manuel Igualt, había comunicado al Ministro del Interior del Presidente Montero “rumores de un levantamiento comunista para los primeros días de diciembre”. La respuesta desde la capital fue: “esperar y estar a la expectativa”. Otro tanto hizo el comandante de carabineros a sus jefes en Santiago. Recibió instrucciones concretas: “Infiltración y preparación contra el levantamiento”.
El asalto se inició a las 2:10 de la madrugada. Hubo un nutrido fuego de fusilería. Cayeron 3 militares y 4 civiles, más dos mujeres que nada tenían que ver en la acción.
Posteriormente el capitán Villouta en carta al Intendente de Atacama, Igualt, le decía: “Se me acusa de que en lugar de evitar lo que pasó (en Copiapó) hubiera facilitado los medios para que el ataque se realizara? Puede que éste sea mi única falta pero esto eta sencillamente lo que quería. Si con lanzar tropas a la calle los complotadores no hubieran realizado esa noche su plan seguramente, no hay duda alguna, que habrían buscado otra ocasión. Y no es posible vivir eternamente con el arma al brazo, sacrificando la tropa y teniendo siempre encima un enemigo invisible pero cierto”
EL OBJETIVO: INCULPAR AL PC
Las autoridades, que conocían el complot desde comienzos de diciembre, responsabilizaron cínicamente de los sucesos al Partido Comunista, a pesar de que éste no estaba organizado en Copiapó. Los conspiradores intentaron involucrar en los hechos al médico comunista Osvaldo Quijada. Fue detenido a primeras horas del día 25, pero posteriormente quedó demostrada su inocencia.
A las autoridades locales se les presentó, al alentar la aventura, una doble oportunidad, por un lado llevar adelante una nueva y sucia maniobra contra los comunistas y, al mismo tiempo, la de neutralizar la acción política de alessandristas e ibañistas, opositores del gobierno de Montero.
SE PREPARA LA MASACRE
Donde sí estaba funcionando el Partido Comunista, era en Vallenar; situada a unos 200 kilómetros de Copiapó. Su accionar preocupaba a las autoridades. El gobernador de Huasco, Aníbal de Las Casas, había oficiado al Intendente de Atacama desde Vallenar, el 25 de diciembre de 1931:
"La propaganda comunista se hace a diario, en público y en privado, y si se añade a esta situación una multitud mal o deficientemente alimentada, tendrá U.S. el cuadro perfectamente delineado. Y en verdad esto no es muy halagador.
"Un desfile -agregaba el comunicado- de 150 hombres y más de 100 personas entre mujeres y niños dio margen a que en las calles de Vallenar se viera el penoso espectáculo de esa multitud que pedía aumento en comida y trabajo".
En otro oficio del mismo funcionario, fechado en Vallenar el 3 de septiembre de 1931, informaba:
"Conforme a sus deseos, le indico los nombres de los dirigentes comunistas que existen en Vallenar, y que son: Oscar Paredes Paredes, Bonefacio Castro Castillo, Silvestre Guerra, Gallardo, Pablo Reyes Vega, Luis Fuentes González, Arturo H. Zabala Zavala, Luis Jofré Araya, Carlos Santander Jorquera, Samuel Pizarro, Arturo Guevara Guevara, Aníbal Cuadra.
La mayoría de esas personas estuvo entre los asesinados posteriormente en esta ciudad.
LA MATANZA
Apenas ocurrido lo de Copiapó, se puso en marcha el plan previamente preparado para Vallenar. A las 2,25 de la madrugada del 25 de diciembre, el jefe nocturno de la Estación de Copiapó comunicó a su colega de Vallenar el comienzo del asalto y tiroteo. Éste informó de esto al Gobernador Las Casas y al capitán de carabineros, Bull. Estos se trasladaron al cuartel policial y se dirigieron a los albergues, donde habían sido destinados los cesantes. Tomaron las medidas para nadie saliera y entrara a ellos. Esa noche transcurrió sin mayor novedad.
Carabineros asaltaron la casa Seura, usando dinamita, acción que posteriormente el Intendente de Atacama calificó de “exceso de celo por parte de carabineros”. También se detuvo a dirigentes obreros y comunistas, posteriormente fusilados y enterrados en una fosa común. El operativo estuvo a cargo del Capitán Bull de carabineros.
“El capitán informó –dice Volodia Teitelboim en “Un Muchacho del Siglo Veinte’- de un enfrentamiento en que perecieron todos. Tal combate no existió, pero los muertos sí. Luego el capitán fue a un local de la calle Serrano donde doce personas prolongaban el festejo de Navidad. También cayeron. En la mañana siguiente 17 fueron fusilados en las inmediaciones. Cuando se les desenterró aparecieron no 17 sino 23, maniatados, mutilados, con fracturas de huesos. Hubo quienes dijeron que fueron más de medio centenar los que desaparecieron. Se había cumplido con el plan”.
ABOGADOS PONEN LAS COSAS EN SU LUGAR
En un comienzo se intentó responsabilizar a las víctimas, a los comunistas, de los sucesos de Vallenar. Pero los magistrales alegatos de los abogados David Schweitzer y de Neut Latour pusieron las cosas en su lugar.
Fue en el Consejo de Guerra que se siguió en Copiapó para juzgar a los injustamente acusados, donde se logró establecer la verdad. Papel fundamental lo jugó el abogado Jorge Neut Latour, quien defendió al doctor Osvaldo Quijada y otros detenidos. Demostró la inocencia de éstos y comprobó que los verdaderos culpables eran las autoridades y dos capitanes de carabineros. En Copiapó, Guillermo Villouta; en Vallenar, Bull.
Fue posiblemente el día del Año Nuevo. El teatro estaba lleno. Se adelantó Neut Latour y dijo: “Ruego al tribunal que tome nota de lo que voy a decir, porque soy Jorge Neut Latour, abogado, titulado, casado. Pido al Consejo de Guerra que ordene la prisión, porque yo acuso, voy a acusar de asesinato, aquí al señor Intendente de la Provincia, sentado en primera fila, Víctor Manuel Igualt ( -oiga, lo apuntó con el dedo...), lo acuso formalmente con la responsabilidad que ya he dejado constancia; que se tome preso y se incomunique al capitán Villouta y al capitán Bull de Vallenar...”
UN FISCAL MILITAR QUE CONTÓ LA FIRME
El Fiscal Militar, Mayor de Ejército José María Santa Cruz Errázuriz, en su documentado Informe ante el Consejo de Guerra realizado en Copiapó, entre fines de diciembre de 1931 y comienzos de enero de 1932, relató como se llevó adelante la matanza de comunistas en Vallenar:
“A las 5,30 de la mañana del 25 de diciembre, a la llegada del tren de Copiapó a Vallenar, pocos metros antes que se detuviera en la Estación, descendió de él el conocido comunista de apellido Cuadra, que fue asesinado por el agente Luis Sepúlveda. Allanado dicho obrero, no se le encontró armas.
A las 9,30 horas, el capitán Bull designó al brigadier Rafael Huerta con el sargento Belmar y cuatro carabineros para ir a la búsquede de ciertos individuos que esperaban en los alrededores de la ciudad la llegada de armamentos de Copiapó. Sorprendida esa gente, que estaba sin armas y en número de siete, fue traída al cuartel, pasando a los calabozos.
"En el parte del capitán Bull se hace aparecer un combate ficticio sostenido por ellos y en el cual habrían perecido todos los que fueron detenidos y llevados al cuartel.
"Los detenidos que habían sido recogidos en sus domicilios, fueron sacados entre las 2 y 4 de la madrugada en número de 17, sin habérseles siquiera interrogado. Se les fusiló uno a uno, en las
inmediaciones de la ciudad, haciéndoseles más tarde aparecer como caídos del combate en donde sólo habían sucumbido cuatro personas. Todos los cadáveres fueron llevados a la morgue, y de ahí al cementerio, sin practicárseles autopsia, sin identificación y sin permitirse que fueran visitados por sus deudos. Posteriormente y para justificar estos asesinatos, se falsearon los hechos, se le obligó a la tropa a declarar en sentido determinado y se falsificó el libro de guardia”
LOS RESPONSABLES
En ese Consejo de Guerra, efectuado en el Teatro de Copiapó entre fines de diciembre de 1931 y comienzos de enero de 1932, fueron acusados el Intendente de Atacama, Víctor Manuel Igualt, y los capitanes ya citados. Sólo se condenó a los dos últimos. El Capitán Guillermo Villouta fue castigado con 10 años y un día de cárcel; el Capitán Bull, con presidio perpetuo. Este murió en la Casa de Orates de Santiago.
LAS VÍCTIMAS
En el cuaderno de documentos pertenecientes al Acta del Consejo de Guerra de Copiapó de 1932, se encuentra el Criptograma de Vallenar al Intendente Igualt, de fecha 26 de diciembre de 1931, emitido a las 10:55 horas:
"Situación completamente dominada. Reina tranquilidad. Vuelta calma a población. Vengo de visitar morgue en donde hay 20 cadáveres comunistas".
Sobre el número de víctimas a consecuencia de la masacre de los carabineros de Vallenar, hay diferentes apreciaciones. Por ejemplo, el abogado Jorge Neut Latour calculó que éstas llegarían a cerca de cien.
Volodia Teitelboim, en su obra “Un muchacho del Siglo Veinte”, afirma: “Los hechos se confirmaron con la exhumación de los cadáveres, pero pronto el fiscal fue reemplazado por otro que rechazaba los requerimientos de investigación ‘por no llevar firma de abogado’. Sólo reconocieron como asesinados en Vallenar los obreros desenterrados por orden del fiscal Santa Cruz. Los demás se dieron simplemente por desaparecidos”.
El historiador Germán Palacios Ríos, que escribió en 1994, un documentado libro que tituló “Estar fuera de la Historia. 1931: Pascua Trágica de Copiapó y Vallenar”, llega a la siguiente conclusión:
“Hasta hoy, hay desaparecidos en Copiapó y Vallenar. Hoy, ya no son reclamados, pues sus familiares directos ya no existen. Y, es muy posible que los nietos no conozcan esta historia”.
ANTICOMUNISMO
El dramático episodio del 25 de diciembre de 1931 en Vallenar fue parte de la represión, a veces muy violenta, que ha sufrido el Partido Comunista desde su fundación en 1912.
Pero nada detuvo la lucha de los trabajadores. El 11 de enero de 1932 tuvo lugar una huelga general. Los portuarios paralizaron sus labores. Campesinos-mapuches y huincas- realizaron tomas de tierra en los alrededores de Temuco. También en el sur, masas hambrientas asaltaron molinos, bodegas y panaderías. Los comerciantes minoristas exigían una moratoria para el pago de sus obligaciones. Las acciones de la población contra la miseria, la cesantía y los bajos salarios alcanzaron gran desarrollo.
Al comenzar junio de 1932, la crisis golpeaba duramente al pueblo y éste se movilizaba. El gobierno de Juan Esteban Montero había perdido toda base de sustentación y estaba desprestigiado.
Este Presidente reaccionario, creyó que con la pirata bandera del anticomunismo podía salvar su Gobierno. Pero se equivocó. No pudo tapar la cesantía y el hambre que azotaba al pueblo ni desviar a la opinión pública de esos problemas.
Fue así como el 4 de junio de 1932, cuando sólo llevaba 9 meses y 4 días en la Presidencia, fue derrocado por un golpe cívico-militar encabezado por Marmaduke Grove, que dio paso a la llamada “República Socialista”, un interesante capítulo de nuestra historia.
Pero ello, es harina de otro costal, que contaremos más adelante...

TEXTO TOMADO DEL SITIO LUIS EMILIO RECABARREN.

jueves, 12 de diciembre de 2013

MASACRE EN LA FEDERACIÓN OBRERA DE MAGALLANES

Lunes 26 de julio
El lunes 26 de julio amaneció tranquilo y fue una jornada fría y nublada.
El periódico “El Magallanes” de hoy, aparece la siguiente información acerca de la manifestación realizada el domingo 25: “Ayer, después de disuelta la manifestación patriótica, como obedeciendo a una consigna, empezó a formarse un pequeño grupo que luego siguió por la calle Errázuriz hasta la altura de la Avenida Libertad, cuyo recorrido hizo dos o tres veces, vivando a Chile y mezclando entre sus vivas algunas palabras ofensivas para los obreros que a esa hora celebraban una reunión en su local. Desde allí los manifestantes se dirigieron a esta imprenta y al enfrentar a ella lanzaron varios “muera El Magallanes” . Entre estos manifestantes pudimos ver a los tenientes Guerrati y Robinson, empleados municipales y algunos otros jóvenes empleados en las casas comerciales. 
Y con respecto a los hechos de Santiago, que afectaban a la Federación de Estudiantes, “El Magallanes” daba cuenta de telegramas de Santiago que informaban que “…el Gobierno ha mandado disolver la Federación de Estudiantes…Se ha decretado la prisión de los directivos de la Federación de Estudiantes. Con este motivo existe gran excitación entre los elementos obreros.” 
Se comentaba entre los federados y los dirigentes, que el temido ataque -del cual habían corrido tantos rumores, incluso procedentes de algún empleado de servicio del propio Club “Magallanes”- no había sucedido, mientras la prensa traía la noticia del asalto a la sede la Federación de Estudiantes de Chile en Santiago…
Los dirigentes resolvieron reducir el número de voluntarios para la vigilancia nocturna, por lo que pernoctaron en la Federación unos 20 a 30 asociados (una guardia provista de algunos revólveres), según la versión del obrero Melitón Ojeda, testigo de los hechos.
El obrero federado Pascual Guerrero, entrevistado por el autor en 1985 relataba así sobre los sucesos del día 26 de julio: “…en el día anterior no hubo nada, solo reuniones donde se juntaron para ponerse de acuerdo quién se quedaba de guardia en la noche y parece que se quedaron como unos 15 ó 20 adentro… Ese día yo me retiré algo después de las 10 de la noche de la Federación…” 
En julio de 1920, los dirigentes en ejercicio de la Federación Obrera de Magallanes eran los siguientes: Jorge Olea Cerda, Secretario General; Ulises Gallardo, Secretario de Actas y Correspondencia; Leopoldo Urquiza, Tesorero; y como Directores, Custodio Vilches Cifuentes, Fortunato Guirú Ortega, Melitón Ojeda, Pedro Echegoyen y Juan Maldonado.

(Tomado del sitio www.flickr.com)

sábado, 23 de noviembre de 2013

RICARDO LAGOS ESCOBAR Y UN GRAN ROBO BAJO SU GOBIERNO


Caso MOP-GATE


El caso MOP-GATE se desarrolló durante el Gobierno de Ricardo Lagos (al centro).
El caso MOP-GATE es la principal arista del mayor caso de corrupción ocurrido durante el gobierno de Ricardo Lagos (PPD, 2000-2006), que tuvo como protagonistas a miembros del Ministerio de Obras Públicas (MOP) y de la empresa de Gestión Administrativa y Territorial (GATE). El MOP pagó sobresueldos a 129 funcionarios por trabajos que jamás se habían llevado a cabo, al mismo tiempo que GATE recibía pagos injustificados por autopistas concesionadas y sus proyecciones desde 1997.
El caso salió a la luz en 2000, como resultado de las investigaciones realizadas por el Caso Coimas. El proceso de investigación de este nuevo caso fue asumido por la jueza Gloria Ana Chevesich el 21 de enero de 2003, quien trabajó en conjunto con el Laboratorio de Criminalística del PDIcerrándose el 28 de octubre de 2008 y concluyendo que los fraudes al fisco (producto de la sobrevaloración de contratos, ocultamiento de costos y triangulación de dineros para sobresueldos) sumaron en total $1.253 millones de pesos.
Un ejemplo de estas triangulaciones de dineros se estableció en marzo de 2006, siendo procesados y posteriormente puestos en libertad provisional (previo pago de una fianza de $100 mil pesos) el ex asesor del MOP, Eduardo D'Hainaut y el dueño de la empresa Prograf Limitada, Eduardo López Mezquita. Primero, la Dirección de Vialidad del MOP realizó una supuesta licitación para proyectos viales en diciembre de 2001, por $16.520 millones de pesos, y otra en diciembre de 2002, por $18.880 millones. D'Hainaut pidió a Prograf la realización de 500.000 mapas camineros, trabajo que no fue nunca realizado. Como los recursos fueron asignados por un presupuesto del Estado, estos no se devolvieron al fisco y se reutilizaron para pagar sobresueldos.
El 1 de julio de 2010, Chevesich condenó a 14 personas por fraude fiscal y estafa, entre ellas al ex Ministro de Transporte y Obras PúblicasCarlos Cruz (quien renunció al PS en 2003, producto de este escándalo) a 3 años de pena remitidan  y al pago de una multa por $799.142.217 pesos; al ex jefe de finanzas del MOP, Sergio Cortés, a 5 años también de presidio remitido pero con libertad vigilada y al pago de una multa de $777.842.217 pesos; y a Héctor Peña Véliz, dueño de la empresa GATE, condenado a 60 días y al pago de una multa por la misma suma que Cortés.71 Adicionalmente en esa ocasión fueron condenados Eduardo Balbontín, ex director de Obras Hidráulicas y Gonzalo Castillo, ex jefe de gabinete del MOP, a 61 días de reclusión remitida; a Nazir Sapag, ex director del Centro de Investigación Aplicada para el Desarrollo de la Empresa (CIADE) de la Universidad de Chile, a 200 días de pena remitida por fraude; y a Oscar Araos, a 541 días de pena remitida por el delito de estafa.
El fallo de la magistrada contenía 1032 páginas distribuidas en casi 50 tomos, y consideraba a otras 17 personas que fueron absueltas.
(Tomado de la Enciclopedia virtual WIKIPEDIA)