viernes, 29 de marzo de 2013

CARTA DE UN LÍDER MAPUCHE AL TRAIDOR RICARDO LAGOS

20 March, 2013

CARTA DEL FALLECIDO LONKO PASCUAL PICHÚN A RICARDO LAGOS

“…sepa usted que otros mapuches seguirán peleando por lo que nos pertenece en justo derecho y otros lonkos asumirán el lugar que yo y tantos otros hermanos ocupamos hoy. Eso no debe usted olvidarlo nunca señor Presidente”
Señor Ricardo Lagos Escobar
Presidente de La República
Casa de La Moneda
Santiago de Chile
2003
PRESENTE
Señor Ricardo Lagos, soy Pascual Pichún Paillalao, lonko mapuche de la comunidad Antonio Ñiripil de Temulemu, a quién la justicia chilena mantuvo por más de un año detenido en la Cárcel Pública de Traiguén junto al peñi Aniceto Norin y la lamngen Patricia Troncoso, sin pruebas ni antecedentes acusado de ser un "terrorista" y un "peligro para la sociedad". Como usted ya debe saber, hace una semana un tribunal de la novena región hizo finalmente justicia en nuestro caso y ratificó aquello que nosotros siempre dijimos ante los fiscales y la opinión pública. Me refiero a nuestra completa inocencia en todos los cargos imputados por el Ministerio Público.
Señor Presidente. Quince meses en la prisión, tres huelgas de hambre, el encarcelamiento de dos de mis hijos menores acusados también de "terroristas", el alejamiento obligado de mi familia, de mi trabajo en el campo y de mis peñi y lamngen en la comunidad, son los costos que tuve que pagar por ser un lonko mapuche y haber decidido luchar con dignidad por los derechos de mi pueblo. A nosotros nunca se nos encarceló por el incendio de la casa del señor Agustín Figueroa, como dijeron los fiscales. A nosotros se nos persiguió y se nos sigue persiguiendo en Chile por ser lonkos mapuche, por ser dirigentes de un movimiento, por ser luchadores sociales y por ser el recuerdo vivo de una campaña de exterminio inconclusa en la historia de este país sin memoria.
Sepa usted ahora de mi propia voz que nosotros los mapuches jamás hemos sido ni seremos terroristas como nos acusan. Sólo luchamos por lo justo, por nuestras tierras, por un futuro mejor para nuestros hijos y también por un futuro mejor para todo nuestro pueblo. Como lonko mapuche, tengo el mandato de representar a mi gente, de hablar por ellos muchas veces y de guiarlos en los tiempos buenos y también cuando las cosas se ponen difíciles. Es mi labor como autoridad mapuche señor Lagos, una labor que asumo con orgullo y que imagino es parecida a la que usted tiene como autoridad de todos los winkas o chilenos.
Esta carta que hoy le escribo no es para lamentar nuestra suerte como mapuches sino para exigir de su parte un mínimo de respeto y justicia. Creo que usted como autoridad debiera hacer que los responsables de nuestro encarcelamiento paguen por su error. Me refiero a la señora Fiscal Regional, Esmirna Vidal y los señores fiscales Raúl Bustos, Alberto Chiffelle y Francisco Rojas. Ellos, con una actitud abiertamente racista en contra de nuestro pueblo, nos acusaron de un atentado y desoyeron nuestras declaraciones de inocencia en todo momento. Esa actitud, señor Lagos, viola el supuesto nuevo trato que usted dice representar y que tantos gobernantes como usted nos han prometido falsamente en otros tiempos. Por ello es que solicito que usted pida la renuncia a estos personeros de su gobierno, especialmente a la señora Esmirna Vidal que ocupa un cargo de su confianza en la región.
Ya vendrán tiempos mejores para nuestro pueblo y estoy seguro que nuevas generaciones seguirán luchando a futuro por nuestro territorio y sus derechos. Cuando usted ni yo estemos en esta tierra, sepa usted que otros mapuches seguirán peleando por lo que nos pertenece en justo derecho y otros lonkos asumirán el lugar que yo y tantos otros hermanos ocupamos hoy. Eso no debe usted olvidarlo nunca señor Presidente.
Desde Temuko, Territorio Mapuche
PASCUAL PICHUN PAILLALAO
Lonko Mapuche de la Comunidad Temulemu - Traiguén
Martes 22 de abril de 2003
Fuente: Kontrainformacion, abril de 2003

viernes, 22 de marzo de 2013

OTRO DE LOS NUMEROSOS CRÍMENES DE PERROCHET, LA OPERACIÓN ALBANIA

Operación Albania

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Operación Albania
Lugar Flag of Chile.svg Chile
Blanco(s) miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez
Fecha 15 de junio de 1987
Tipo de ataque Masacre
Arma(s) Fusiles M-16
Muertos 12
Heridos 0
Perpetrador(es) Central Nacional de Informaciones
Motivo Político
La Operación Albania o "Matanza de Corpus Christi" se produjo entre los días 15 y 16 de junio de 1987, en Chile. En ella doce miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) murieron a manos de agentes de la Central Nacional de Informaciones (CNI). Estos hechos fueron presentados por las autoridades como un supuesto "enfrentamiento".

Índice

Antecedentes

El germen de la Operación Albania radicó en la preocupación de los aparatos de seguridad chilenos tras el atentado al general Augusto Pinochet y en el cada vez más consistente trabajo de seguimiento que tenía ubicada a buena parte de la plana mayor del FPMR en Santiago, hacia comienzos de 1987. En junio de ese mismo año la Dirección Nacional del FPMR había fijado una importante reunión de sus máximos líderes. Tal era la oportunidad que esperaba la CNI para atrapar a la mayor cantidad de líderes del Frente de una sola vez.
Gran parte de los datos de la CNI llegaban gracias a la información obtenida tras los fracasos de la internación de armas de Carrizal Bajo y el atentado a Augusto Pinochet en el Cajón del Maipo, ocurridas meses antes, operaciones en las que decenas de frentistas y militantes del PC cayeron detenidos. Además, de acuerdo con una versión extendida posteriormente entre los familiares de las víctimas de la Operación Albania, uno de los apresados, más algunos infiltrados, habrían pasado a colaborar con la CNI.
Gracias a este trabajo de inteligencia, la CNI tuvo claridad respecto de las personas que debían ser detenidas y, eventualmente, abatidas, iniciando a principios de 1987 una exhaustiva ronda de seguimientos y puntos fijos sobre importantes miembros del FPMR.
Uno de los logros más importantes de esta labor fue la identificación de José Joaquín Valenzuela Levi, quien con el nombre de "Ernesto" comandó el fallido atentado a Pinochet. En los ficheros de la CNI, Valenzuela era llamado "Rapa Nui", debido a que fue visto por primera vez saliendo de una vivienda en una calle con ese nombre. Por su parte, Ignacio Recaredo Valenzuela era "Chaqueta de cuero", por la vestimenta que usaba al momento de su primera detección.
Alvaro Corbalán, jefe del estamento operativo de la CNI obtuvo del entonces director de la institución, el general Hugo Salas Wenzel, la orden para que efectivos de todas las brigadas a su cargo procedieran, apoyados por la Unidad Antiterrorista del Ejército y por funcionarios de Investigaciones. De acuerdo con la confesión posterior de Corbalán, la orden de Salas Wenzel implicaba acabar con la vida de todos los frentistas que fueran detenidos. Es decir, "reventar" definitivamente al FPMR, según la jerga de esos días.
Según consta en el primer documento de los 30 tomos del expediente, el mismo 15 de junio el fiscal militar, Luis Acevedo había autorizado todas las detenciones y allanamientos.

La Muerte de Ignacio Valenzuela

Ignacio Recaredo Valenzuela Pohorecky era seguido desde marzo de 1987. Era un destacado ingeniero y académico, en la vida pública. En la privada era uno de los seis más altos oficiales del Frente, para esa época. Reconocido por su arrojo, la CNI sabía que había participado en el asalto a una armería y se había enfrentado a funcionarios de seguridad en varias ocasiones.
El 15 de junio de 1987 la CNI ya esperaba afuera de su casa, en la remodelación San Borja, desde cerca de las 6 de la mañana. Luego de abandonar su domicilio Valenzuela fue seguido durante horas, hasta que alrededor del mediodía fue finalmente abatido en la calle Alhué, de la comuna de Las Condes, por disparos de agentes de la CNI efectuados desde un furgon a unos 25 metros de distancia. Recibió tres impactos, uno de ellos en el tórax, que le resultó mortal; otro en el glúteo y el tercero en el pie. Además, un árbol tras el que se refugio registró cuatro impactos y la casa por donde él iba pasando también evidenció balazos. Valenzuela estaba a escasos 30 metros de la casa de su madre, cuando fue interceptado, según el relato judicial de René Valdovinos, uno de los agentes de la CNI que actuo en ese operativo.
"Lo teníamos rodeado y estábamos armados. Honestamente pensé que se iba a rendir frente a esa desventaja en que se encontraba, lo que no hizo y al contrario, tomó la pistola con la intención de repeler la detención y por lo tanto todos disparamos en su contra y varios disparos a la vez, cayendo éste al suelo"

René Valdovinos, Agente de la CNI
La CNI informó en su momento que Valenzuela portaba una pistola y una granada. Pero los testigos afirmaron que no iba armado y que sólo atinó a darse vuelta, por lo cual le dispararon en un glúteo y en un pie. Los testigos señalaron que minutos antes de los hechos fueron advertidos de que iban a producirse disparos y que debían alejarse del lugar.
El 9 de noviembre de 2000, el ex agente de la CNI Manuel Morales Acevedo agregó un nuevo antecedente que fue crucial para entender lo que realmente ocurrió.
"Si bien la misión era detener a este sujeto, el intentó sacar un arma, la tomó y hubo que disparar en su contra y el arma efectivamente la portaba el sujeto, sin perjuicio que para darle mayor efectividad se le cargó, colocándole entre sus ropas una granada "

Manuel Morales, Agente de la CNI

La Muerte de Patricio Acosta

Ese mismo 15 de junio, seis horas más tarde, otro numeroso grupo de agentes copó el lado poniente de la calle Varas Mena, en San Joaquín. Los agentes acechaban a "Jirafales", como le decían por su altura a Patricio Acosta Castro, un importante oficial del FPMR. Según los numerosos testimonios disponibles en el expediente judicial, ese día la mencionada calle estaba siendo vigilada por sujetos que se desplazaban en automóviles, algo que los vecinos habían notado que sucedía desde hacía una semana.
Esa tarde, Acosta salió de su casa cerca de las 18.00. Ya era férreamente seguido. Los vecinos declararon que solían verlo solo, y que lo único que sabían de él era que tenia un hijo y era profesor. De lo que vino después todos los agentes, casi sin excepción, inculpan al agente de la CNI, Francisco Zúñiga.
"Alrededor de las 18:00 a 19:00 salió de esa casa un individuo alto, de bigotes y que por las características físicas correspondía el sujeto a quien se buscaba, por lo que lo segui hasta Santa Rosa, desde donde éste se devolvio hacia la casa y lo segui a pie. Se me ordeno detenerlo, pero yo no podía hacer esa detención solo, por la gran contextura física del sujeto. Es del caso que, mientras lo seguía, a cierta distancia observe que en sentido contrario venía el capitán Zúñiga con otros agentes, por lo que pensé que ellos iban a proceder a la detención. Sin embargo, en un momento dado y cuando el sujeto se encontraba más o menos a unos cinco metros de distancia de mi, el capitán Zúñiga le disparo de improviso a unos siete metros de distancia y éste cayo al suelo. Luego sentí dos disparos y me di cuenta que allí se había cometido una embarrada"

Juan Jorquera, Agente de la CNI
Según testimonios de testigos, la víctima cayó arrodillada. Entonces lo rodearon alrededor de ocho sujetos, entre ellos Zuñiga. Ya reducido, en vez de ser llevado a un centro asistencial, Acosta fue acribillado. El propio Zuñiga le disparó en la cabeza, mientras otro lo remató con una ráfaga de metralleta. Una vez muerto, un agente de la CNI le puso en sus manos un revólver y un gorro pasamontañas. En esa posición lo filmaron y le sacaron varias fotografías. Esta versión, de que Zuñiga le disparó cuando ya estaba muerto, fue confirmada por al menos tres agentes de la CNI, entre ellos quién era su subalterno, Jorge Vargas Bories.

Las muertes de Calle Varas Mena

Esa misma noche, agentes de la policía civil llegaron hasta el inmueble de calle Varas Mena 417, uno de los varios que a las 23.00 de esa noche la CNI decidió allanar. Allí se produjo el primer y único enfrentamiento reconocido por todos.
En el interior de la vivienda, que era utilizada como casa de seguridad y centro de instrucción, había cerca de una docena de combatientes del FPMR. Quien hacía las veces de dueña de casa era Cecilia Valdés, que estaba acompañada de su hijo, de dos años. La supuesta pareja de Cecilia era el oficial del Frente Juan Waldemar Henríquez. Esa noche dentro de la casa ya se sabía de la muerte de Ignacio Recaredo Valenzuela y, más aún, de Patricio Acosta a pocas cuadras del lugar.
Cerca de la medianoche la casa fue finalmente copada por los agentes de la CNI, dando lugar a un intenso tiroteo entre las fuerzas de seguridad y los dos frentistas que cubrieron la retirada de sus compañeros desde el interior, Juan Waldemar Henríquez y Wilson Henríquez Gallegos.
Paralelamente una decena de rodriguistas escapaba en medio de la balacera. Desde los techos de la casa los dos frentistas encargados de la cobertura del grupo respondían el ataque policial con sus armas. En un momento dado la techumbre cedió y Juan Waldemar Henríquez, ingeniero de 28 años, cayó herido al interior de una vivienda vecina. Luego ingresaron los policías al inmueble encontrándolo tendido en el piso, y a esas alturas sin ofrecer resistencia. Sin embargo, fue rematado por ráfagas de disparos en el mismo lugar. Algunos testigos señalaron que Henríquez se había rendido y que estaba con los brazos en alto cuando fue ultimado.
Con la muerte de Juan Waldemar Henríquez, no se acabaron las escaramuzas. En el caso de su compañero Wilson Henríquez, este fue rodeado por agentes de la CNI, en el patio de otra casa, donde se había refugiado. En breves momentos fue apresado, golpeado, y luego fusilado, registrando su cuerpo, según el protocolo de autopsia, 21 orificios de bala.
Entre los que escaparon por los techos de las casas vecinas, para luego ser capturados, se encontraban Cecilia Valdés, Santiago Montenegro y Héctor Figueroa. Este último era intensamente buscado por su participación en el atentado a Augusto Pinochet en 1986.

La muerte de Julio Guerra Olivares

Casi simultáneamente a los sucesos de Varas Mena, otro centenar de agentes y policías, rodeó el dúplex 213, del block 33 de la Villa Olímpica, en Ñuñoa. Allí Julio Guerra Olivares, conocido al interior del FPMR como "Guido", arrendaba una pieza a Sonia Hinojosa. Estaba clandestino desde su participación como fusilero en el atentado a Augusto Pinochet, en septiembre de 1986.
Eran alrededor de las 0.00 y el agente de la CNI Iván Cifuentes procedió a forzar la puerta del departamento. El oficial de la CNI decidió lanzar al interior del dúplex una bomba lacrimógena militar. Mientras esperaban a que Guerra saliera, llegó otro equipo de seguridad. Acto seguido el agente Fernando Burgos, valiéndose de una máscara antigas, llegó hasta el baño del segundo piso donde Julio Guerra se encontraba refugiado. El frentista fue inmediatamente abatido por cuatro disparos del agente. Posteriormente el cuerpo fue rematado por otro agente y dejado en el borde de una escalera.
La autopsia de Julio Guerra demostró que tenía disparos a corta distancia, siempre de arriba hacia abajo y de atrás hacia adelante. Dos de ellos en los ojos. Además se comprobó que el frentista no estaba armado.

Las muertes de Calle Pedro Donoso

El último capítulo de la Operación Albania se escribió en un abandonado inmueble de la calle Pedro Donoso, en la comuna de Recoleta. Esa noche aún faltaba decidir el destino de siete frentistas que aguardaban detenidos en el cuartel de calle Borgoño. Álvaro Corbalán, declaró en el expediente del caso que le pidió instrucciones al director de la CNI, general Hugo Salas Wenzel, de qué hacer con los detenidos.
"Y se me comunica por parte del general Salas Wenzel que no cabian posibilidades con respecto de aquellos que resultaron ser importantes dentro del Frente y por lo tanto había que eliminarlos "

Alvaro Corbalán
En los calabozos de Borgoño estaban quiénes eran considerados importantes al interior del FPMR como José Joaquín Valenzuela Levi, el “comandante Ernesto” y Esther Cabrera Hinojosa. Pero también se encontraban Ricardo Rivera Silva, Ricardo Silva Soto, Manuel Valencia Calderón, Elizabeth Escobar Mondaca y Patricia Quiroz Nilo, dirigentes que no tenían gran relevancia para los agentes. Todos habían sido detenidos en las horas previas. Según el expediente judicial, Alvaro Corbalán le ordenó al agente Iván Quiroz que eligiera a cinco oficiales para que se hicieran responsables de juntar a su gente para llevar a cabo la eliminación de los siete detenidos.
La madrugada del 16 de junio de 1987, los detenidos fueron trasladados en caravana a la casa deshabitada de calle Pedro Donoso 582, que la CNI ya tenía identificada. El mayor Alvaro Corbalán había encargado al capitán Francisco Zúñiga elegir el lugar donde los frentistas serían acribillados. Luego de meditarlo, el oficial optó por el inmueble deshabitado del cual la CNI sospechaba que en ocasiones funcionaba como una casa de seguridad frentista.
Según versiones de vecinos de la casa de calle Pedro Donoso las personas que esa noche llegaron detenidas estaban descalzas, con los brazos atados atrás de la espalda, amarrados y con la vista vendada. El sargento Ivan Quiroz y el capitán Francisco Zúñiga fueron encomendados para designar a parejas de oficiales que ejecutarían a cada uno de los siete frentistas detenidos.
La misma CNI calculó que esa noche había cerca de un centenar de agentes, carabineros y detectives dentro y fuera de la casa. La orden para que los efectivos asignados a cada víctima percutara sus armas se dio lanzando un ladrillo en el techo, mientras el resto de los agentes disparó al aire y gritó para dar a los vecinos la idea de un enfrentamiento. Alrededor de las 5.30, los siete frentistas fueron acribillados. Después, según varios agentes, entró en acción el capitán Francisco Zúñiga, quien procedió a rematar a cada una de las víctimas.
En el primer dormitorio quedaron los cuerpos de Ricardo Rivera Silva, con cinco impactos recibidos a mediana distancia, y de José Joaquín Valenzuela Levi, con 16, efectuados a corta distancia. En el primer pasillo fue muerto Manuel Valencia Calderón, con 14 disparos hechos desde unos tres metros, en ráfaga. Del informe balístico y de la autopsia se concluye que fue colocado al final de este pasillo, donde había una puerta abierta, y fusilado.
El cuerpo de Ester Cabrera Hinojosa, con cinco impactos de bala, fue encontrado en el interior de la cocina. En ese lugar no hay huellas de disparos. Del análisis de los peritajes se concluye que la víctima fue fusilada en un pasillo lateral y que, posteriormente, su cuerpo fue dejado en la cocina.
El cuerpo de Ricardo Silva Soto presentaba 10 impactos de bala. De acuerdo con los informes periciales, fue baleado dentro del segundo dormitorio y rematado en el suelo, según revelan varios impactos en el piso de la pieza. Un detalle significativo de que no hubo enfrentamientos es el hecho de que Ricardo Silva presentaba heridas de bala en las palmas de sus dos manos, en un intento instintivo de protegerse, desde el suelo, de las balas con que finalmente lo mataron.
Muy cerca del cuerpo de Ricardo Silva fue encontrado el de Elizabeth Escobar Mondaca, con 13 impactos de bala, 10 de los cuales fueron efectuados a muy corta distancia, según la autopsia. La joven, igual que Ricardo Silva, fue baleada primero dentro del segundo dormitorio y, posteriormente, rematada a menos de un metro de distancia, con varias ráfagas, contra un muro de una habitación deshabitada. El cuerpo de Patricia Quiroz Nilo apareció al fondo del extenso pasillo interior de la casa de Pedro Donoso y presentaba 11 impactos de bala.
Un policía que estuvo en todos los lugares donde murieron las personas en la Operación Albania, declaró en el proceso que todos los sitios del suceso estaban profundamente alterados y que al llegar a ellos los impactos de bala en los muros habían sido removidos. También declaró que "todas las armas de las víctimas estaban colocadas en la mano izquierda".

Fallo Judicial

Estos hechos fueron investigados en el proceso judicial rol No. 39.122-87.
El 28 de enero de 2005 el ministro en visita Hugo Dolmestch condenó en primera instancia a cadena perpetua al ex director de la CNI Hugo Salas Wenzel, por los asesinatos cometidos en el marco de la llamada Operación Albania. Asimismo, sentenció a quince años de prisión al ex jefe operativo de ese disuelto organismo Álvaro Corbalán, y a diez años al ex oficial de Carabineros Iván Quiroz, quien fue pieza clave de esta operación. Este último permaneció prófugo de la justicia desde el momento de conocerse el fallo de última instancia, en septiembre de 2007, siendo apresado por la policía el día 23 de enero de 2008 en Concepción, e ingresado al día siguiente en la Cárcel de Punta Peuco.
En el fallo dictado por el ministro en visita se señaló que Salas Wenzel fue condenado a la pena de presidio perpetuo como co-autor de los delitos de homicidio simple de los doce frentistas muertos en junio de 1987.


NOTA. Tomado de le Enciclopedia virtual WIKIPEDIA.

lunes, 11 de marzo de 2013

LA VIDA DE UN REVOLUCIONARIO LLAMADO FRANCISCO BILBAO



(Santiago, 1823 - La Plata, 1865) Escritor y político chileno, uno de los intelectuales revolucionarios más destacados de la sociedad chilena del siglo XIX. Fue detestado por "loco" y "destructor de la sociedad", pero al mismo tiempo adorado como "genio precursor de grandes solevantamientos sociales".

Francisco Bilbao
Destacado ensayista, alcanzó notoriedad política a los 21 años durante el gobierno de Manuel Bulnes (1841-1851) con la publicación de La sociabilidad chilena (1844), en el cual criticaba duramente a la Iglesia, al clero y al sistema autoritario, y donde proponía algunas teorías políticas liberales. Por ello recibió duras sanciones, que incluían la quema de su publicación, el pago de una pena pecuniaria y la expulsión de sus estudios de derecho. Sin embargo, el gran número de personas que se encontraba pendiente del juicio a las puertas del tribunal pagó la multa que se le había impuesto.
Poco después partió hacia Europa, donde contactó con destacados líderes del liberalismo y estudió idiomas, historia, filosofía y, paradójicamente, los Evangelios. A su regreso a Chile en 1849, siguió luchando por sus ideales y dio nuevo paso hacia la concreción del liberalismo al crear junto con amigos y partidarios (como Santiago Arcos y Eusebio Lillo) la Sociedad de la Igualdad, desde donde se disparaban los más enconados ataques al gobierno conservador de Manuel Montt y al clero católico. Gran orador, escribió en el periódico El Amigo del Pueblo, en cuyas páginas fustigó a Montt y al clero, y sus Boletines del espíritu, de 1850, le costaron la excomunión. En no poca medida, sus palabras fueron causa motor de la revolución de 1851, que al ser derrotada le obligó a huir al Perú.
En Perú redactó dos folletos, Necesidad de una reforma y Los mensajes del proscrito; publicó luego Santa Rosa de Lima (1852). Viajó a Europa y en París publicó El dualismo de la civilización moderna (1856), a modo de tributo a Félicité de Lammenais. En Bruselas fue recibido por Edgar Quinet, desterrado allí, y en esa ciudad belga colaboró en la revista de los inmigrantes franceses Le Libre Recherche. Publicó un estudio, El movimiento social de los pueblos de la América Meridional y, de nuevo en París, Iniciativa de América

NOTA DEL BLOG: Este texto ha sido tomado del sitio: www.biografiasyvidas.com
No tiene nombre de autor.
Bilbao fue un enorme revolucionario chileno, al que hoy el bodrio llamado PARTIDO RADICAL SOCIALDEMÓCRATA -PRSD- trata de decir que fue uno de los suyos.
Nada más lejos de la realidad.
BILBAO era un luchador y no usaba la política para robar.

viernes, 1 de marzo de 2013

FASCISTAS CERRARON FILAS PARA TAPAR CRIMEN DE VÍCTOR JARA

Juez del caso Víctor Jara: Hubo “falta de colaboración”

Juez del caso Víctor Jara: Hubo “falta de colaboración”

Ministro en visita de la Corte de Apelaciones de Santiago dictó este viernes el procesamiento de los militares (r) Hugo Sánchez Marmonti y Pedro Barrientos Núñez como autores y a otros 6 uniformados en calidad de cómplices del crimen cometido el 16 de septiembre de 1973.

Viernes 28 de diciembre de 2012| por EFE - foto: Archivo
El juez especial Miguel Vásquez Plaza, quien investiga el asesinado del cantautor chileno Víctor Jara, atribuyó este viernes la lentitud del proceso -en parte- a la “falta de colaboración” antes de poder acumular los suficientes antecedentes para dictar hoy el procesamiento de un grupo de ex oficiales del Ejército chileno.
“Desde un principio ha habido distintas líneas de investigación; ha sido (la causa del lento proceso) fundamentalmente la falta de colaboración. Luego de reunir muchos antecedentes hay un momento en que uno debe avanzar dictando esta resolución”, dijo el ministro en visita de la Corte de Apelaciones de Santiago.
Este viernes se dictó el procesamiento de Hugo Sánchez Marmonti y Pedro Barrientos Núñez, como autores del crimen, mientras que otros 6 uniformados fueron sindicados como cómplices.
Se trata de: Roberto Souper Onfray, Raúl Jofré González, Edwin Dimter Bianchi, Nelson Hasse Mazzei, Luis Bethke Wulf y Jorge Eduardo Smith Gumucio.
El magistrado ordenó la captura internacional del procesado Barrientos Núñez, quien se encuentra residiendo en Estados Unidos.
La muerte de Víctor Jara el 16 de septiembre de 1973, es uno de los casos más emblemáticos de las violaciones a los derechos humanos cometidas en Chile por la dictadura (1973-1990).

NOTA: Texto tomado del diario LA NACIÓN virtual del 28 de diciembre de 2012.

sábado, 5 de enero de 2013

LA OTRA CARA DE LOS LUCHSINGER

Estudio devela el historial de los fundos de la familia Luchsinger "EL ORIGEN DE LAS TIERRAS EN CONFLICTO"

Lunes 1ro de septiembre de 2008
Fuente: Informativo Mapuexpress
La Nación Domingo
Estudio devela el historial de los fundos de la familia Luchsinger "EL ORIGEN DE LAS TIERRAS EN CONFLICTO"
Un trabajo del historiador Martín Correa señala que Adán Luchsinger Martí y sus hijos no sólo compraron terrenos que habían sido arrebatados a los Mapuche en Vilcún. También acusa que corrieron deslindes y cobraron en suelos las deudas que los comuneros adquirían en la pulpería de los patrones.
Por Claudio Leiva
Los fundos de la familia Luchsinger en Vilcún, cinco en total, se remontan a 1906, cuando el colono suizo Adán Luchsinger Martí compró 60 humildes hectáreas a un inmigrante alemán. Más de cien años después, las tierras del clan en esa zona suman 1.200 hectáreas, las que son reclamadas por las comunidades Mapuche vecinas.
Son los mismos predios donde murió baleado el joven Matías Catrileo. Porque ni en los agitados años de la Unidad Popular esta familia había visto peligrar, como ahora, sus extensas propiedades. El último atentado al fundo Santa Rosa motivó que, por primera vez en cien años, un ministro del Interior visitara a este clan.
¿Cómo llegó esta familia a Chile? ¿Cuáles son sus orígenes? ¿Es cierto que usurpó las tierras, como reclaman las comunidades Mapuche aledañas? El historiador Martín Correa Cabrera, investigador del Observatorio de los Derechos Indígenas, hoy Observatorio Ciudadano, publicó este año un estudio sobre los inicios de los Luchsinger en Chile y su relación con los Mapuche.
Jorge Luchsinger, dueño del Santa Margarita, ha repetido una y otra vez que los campos de la familia están "saneados, oleados y sacramentados", y que ellos dan trabajo a los Mapuche vecinos, con quienes no tendrían conflictos, porque los "agitadores son foráneos". En su investigación, Correa aporta antecedentes distintos.
El primer Luchsinger
El clan desciende de Adán Luchsinger Martí, quien nació el 22 de noviembre de 1868 en la ciudad de Engi, cantón suizo de Glarus. Llegó a Chile en 1883 y, antes de Vilcún, se asentó en Quechereguas, actual comuna de Traiguén, 70 kilómetros al norte de Temuco. El 10 de mayo de 1893 se casó con la inmigrante alemana Margaretha Rüff Studer. Al igual que cientos de otros colonos italianos, franceses, suizos y alemanes, Adán Luchsinger fue "enganchado" en Europa por la Agencia de Colonización. Arribó a Talcahuano, puerta de entrada a la "Mesopotamia" de América del Sur. Con ese nombre se difundía en el viejo continente, en aquella época, a la recién pacificada Araucanía. En Quechereguas, Adán Luchsinger recibió una concesión territorial de 60 hectáreas del fisco chileno, más una yunta de bueyes, una vaca parida, semillas y madera, entre otros bienes. En esta sencilla hijuela nacieron sus hijos Conrado, Enrique, Carlos y Melchor. En 1906, la familia Luchsinger se trasladó a Vilcún, a 20 kilómetros al oriente de Temuco.
Ese año, Adán compró 60 hectáreas al colono alemán Emilio Quepe y, según consta en el Conservador de Bienes Raíces de Temuco (CBRT), a partir de 1909 el patriarca del clan no paró de adquirir terrenos, hasta totalizar más de mil hectáreas. A su muerte, en 1936, la herencia se dividió entre los cuatro hijos.
De acuerdo al Registro de Propiedades del CBRT, en la actualidad los descendientes de estos cuatro vástagos tienen cinco predios: el mencionado fundo Santa Margarita, de Jorge Luchsinger Villiger; el fundo Santa Rosa Lote 1, de Rodolfo Luchsinger Schiferli; el fundo Santa Rosa Lote 2, de Enrique Luchsinger Schiferli; el fundo Santa Rosa, de Eduardo Luchsinger Schiferli, y otro fundo Santa Rosa, también a nombre de Enrique Luchsinger Schiferli.
Castigo a los Mapuche
También de 1908 y 1909 datan los títulos de merced concedidos a las diez comunidades Mapuche de Vilcún que rodean los terrenos de los Luchsinger. Se trata de numerosas familias que han denunciado una historia de despojos y usurpaciones, primero de parte del Gobierno chileno de esa época, y a manos de los Luchsinger después.
En efecto, tras la "pacificación", el fisco consideró que los terrenos de los Mapuche sin trabajar eran sitios baldíos y los requisó. Si las comunidades acreditaban la posesión de su tierra por el tiempo que la ley exigía, se podían quedar en la "reducción" o "reserva". En eso consistía el título de merced, en un terreno reducido y reservado para indígenas.
En cambio, a las familias de colonos europeos el Estado chileno les entregaba hijuelas de 70 cuadras, más otras 30 por cada hijo varón mayor de 10 años. También recibían los pasajes gratis hasta Chile, tablas, clavos, una yunta de bueyes, una vaca con cría, arado, carreta, máquina destroncadora, pensión mensual durante un año y asistencia médica por dos.
Aquí está la raíz del problema, según el historiador Martín Correa: "Mientras a los Mapuche se les castiga y reduce por carecer de medios de trabajo, a los colonos el Estado chileno los apoya, subvenciona y les entrega medios de trabajo".
El problema, asegura, se agravó cuando los colonos demarcaron los terrenos con líneas rectas. Las posesiones Mapuche explica Correa siempre se han deslindado a través de accidentes naturales, como ríos, quebradas y alturas máximas. En cambio, las líneas rectas dibujadas en un plano poco o nada tienen que ver con la ocupación real y efectiva de un terreno. De ahí, entonces, las denuncias que recogió el investigador acerca de deslindes corridos "a la mala".
Hora de cobrar
El comunero Moisés Quidel entregó a Correa un relato que viene de sus abuelos: "Antes estaba Adán Luchsinger, Conrado después… La cosa es que antiguamente había poca gente y cerco no había; entonces, como ellos eran de plata hicieron cercos y marcaban donde se les antojaba no más, ¿Y qué iban a hacer los Peñi, si no había medios? Y después que cercaron llegó la mensura, hicieron todos los documentos".
Quidel también le contó que Conrado Luchsinger "se instaló con una pulpería y los viejos decían que fue tanto el proceso de reducción, fue tan violento el proceso de poscolonización, que hubo gente que quedó totalmente empobrecida, quedó sin tierras, sin animales, les quitaron todos sus sembrados y ya no podían sembrar nada".
"Entonces, los Peñi antiguos prosigue el relato iban a buscar harina para sobrevivir, trigo, sobre todo en las épocas de noviembre y diciembre, de grandes hambrunas. Mucha gente murió de hambre, y ahí Conrado Luchsinger abría libretas y la gente iba hipotecando sus corderos, sus animalitos y sus tierras. Y cuando llegaba la época [de cobrar] salía con carabineros, corría los cercos y así fue ampliando sus tierras, cobrando toda la plata de las deudas de la gente que compraba para sobrevivir. Al tiempo, él llegaba: ‘Tanto me debe usted, y como no tiene con qué pagarme, me paga en tierra’. Eso lo hacía en todas las comunidades".
Jorge Luchsinger, hijo de Conrado, contó en una entrevista a la revista "Qué Pasa" que "nosotros teníamos una pulpería en el fundo. Cada sábado la gente pedía, se le anotaba en el libro y a fin de mes se le hacía la liquidación y se le pagaba el saldo. Empezaron a decir que cobrábamos mucho por la mercadería, que no eran productos de calidad. Después reclamaban que la comida que les dábamos era mala, que tenía gusanos. Tiraban los platos al piso. Fueron las primeras protestas".
Devolución de tierras
Con estas "primeras protestas", el hijo de Conrado Luchsinger se refería a los años de Eduardo Frei Montalva y la reforma agraria, entre 1964 y 1970. Si bien a ninguno de los Luchsinger se les expropiaron terrenos, Jorge devolvió "voluntariamente" algunas tierras a los Mapuche. Éstos dicen que fueron pedazos de cuatro o seis hectáreas, nada importante. Sin embargo, las demandas territoriales tuvieron un gran auge en el Gobierno de Salvador Allende. En 1971, después de cuatro juicios, Jorge Luchsinger debió restituir 56 hectáreas a las comunidades Pedro Tori, Juan Cuyanao, Antonio Canío y Santos Marihueque.
Después del golpe de 1973, muchos latifundistas aprovecharon de "pasar la cuenta" a los activistas de sus fundos, aunque en esos convulsionados años las demandas Mapuche no eran de raza. Hay detenidos desaparecidos de ese pueblo, pero las familias de las víctimas no hicieron gestiones judiciales o de otro tipo. Según el Informe Rettig, las causas de esta pasividad pueden haber sido el temor, el desconocimiento de cómo proceder, y una fundamental desconfianza en las instituciones del Estado.
Como sea, la familia Luchsinger estuvo tranquila hasta 1999, cuando la organización Ayjarewe Wenteche, de Truf Truf, sector ubicado al sur del fundo Santa Margarita, protagonizó la primera ocupación permanente de ese predio. Luego, en 2000, vinieron los atentados incendiarios, y a partir de 2005, el predio cuenta con vigilancia permanente de carabineros.
Demanda en Conadi
La investigación de Martín Correa también estableció que sí hay una reclamación por las tierras de los Luchsinger. Ellos insistían en que no había una demanda territorial. Sin embargo, en un catastro de la Conadi (www.conadi.cl/documentos_fon…) aparece la comunidad Antonio Caniu en proceso de reclamación del fundo Santa Margarita.
El informe de Correa termina con otro mentís a la supuesta buena relación de los Luchsinger con sus vecinos Mapuche. Se trata de un canal de tres metros de ancho por tres de profundidad que Jorge Luchsinger construyó en parte del perímetro de su predio. Tiene casi cinco kilómetros de largo y, según el agricultor, lo hizo para defenderse, porque "no me quedó otra alternativa".
Los Mapuche están indignados. "Hizo un tremendo canal con máquina, ¿y qué no se muere ahí? Vacunos, un caballo se nos cayó, conejos, todo cae ahí. Y la veta de agua la rompió en la parte de arriba, nos dejó secos, y en esta parte de acá nos inunda (…)", señalan los comuneros que colindan con el fundo Santa Margarita.
"Es un tremendo daño agregan , echó abajo todo el bosque nativo, había como dos mil hualles grandes, arrasó con todo; así que ése sí que es un gran destructor. En ese canal se llega a caer uno en tiempo de invierno, lleno de agua, hasta ahí no más llega. Pa’l 18 [de septiembre] se cayó uno, Antonio Namuncura, murió ese hombre (…) No vamos a decir que es un gringo buena persona (…) Además, eso que dice de que da trabajo, más de cinco trabajadores no tendrá. ¿Y cuánto les paga? Una miseria. Entonces, él en la televisión lo cuenta bonito, en la prensa, pero no es así".

(Texto tomado del diario LA NACIÓN del 01 de septiembre de 2008).

lunes, 24 de diciembre de 2012

Matanza de La Coruña


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La Matanza de La Coruña fue una masacre ocurrida el 5 de junio de 1925 en Chile, cuando el gobierno de Arturo Alessandri Palma respondió por la vía armada a una serie de sublevaciones obreras que se produjeron en el marco de una huelga general de trabajadores de la provincia de Tarapacá, y que tuvo como principal campo de batalla la oficina salitrera La Coruña, en la pampa del Tamarugal. Esta acción armada dejó un saldo de cerca de dos mil obreros y sus familiares muertos.

Índice

Antecedentes

La oficina (mina de salitre) de La Coruña estaba localizada en el llamado Cantón Alto San Antonio de la pampa del Tamarugal, en la actual región de Tarapacá.1 Antes llamada "Cataluña" y "Galicia",2 en 1924 contaba con una población cercana a los 1.800 habitantes.
A inicios de 1925, los obreros de las salitreras de Tarapacá iniciaron una serie de movilizaciones reclamando mejoras en las condiciones laborales y económicas. Se iniciarion huelgas locales en distintas oficinas y campamentos salitreros a lo largo de la pampa del Tamarugal, que desembocaron en un paro general1 y en la demanda de la Federación Obrera de Chile (FOCH) por la estatización de la industria salitrera.3 El intendente de Tarapacá, Recaredo Amengual, dispuso el envío de escuadrones militares para que ocupasen ciertos lugares estratégicos de la pampa, solicitando al gobierno central, además, el envío de buques de la Armada al puerto de Iquique. Tras llegarse a un acuerdo parcial que permitió levantar algunas huelgas, fueron clausurados los periódicos comunistas "El Despertar de los Trabajadores" y "El Surco", y se detuvieron varios dirigentes de la FOCH en la zona entre Pozo Almonte y Huara, los que fueron enviados en ferrocarril hacia Pisagua, donde el gobernador Alberto Labbé dispuso su embarque y traslado a Valparaíso a bordo del vapor Mapocho.3
Enterados de la detención de los dirigentes sindicales, el 4 de junio la FOCH declaró una huelga general por 24 horas, y convocó a distintas concentraciones de trabajadores en Huara, San Antonio de Zapiga y el pueblo de Alto San Antonio. En este último se produjeron enfrentamientos entre los obreros y las fuerzas policiales, cuando estas últimas irrumpieron en el local de la FOCH donde se efectuaba un mitin, resultando muertos dos policías.3 Tras estos sucesos, los trabajadores se tomaron las oficinas Galicia y La Coruña, distribuyendo las provisiones de las pulperías entre las familias e iniciándose una huelga general que significó la toma de 124 oficinas salitreras por sus trabajadores y la paralización del puerto de Iquique, así como de los ferroviarios y conductores de carretas de la provincia que se unieron a la huelga.1
El intendente Amengual comunicó al ministro de Guerra, coronel Carlos Ibáñez del Campo, que en la pampa "había estallado la revolución soviética".4 El gobierno, alarmado por el cariz que tomaban los acontecimientos en el norte, declaró a las provincias de Tarapacá y Antofagasta en estado de sitio, designándose como jefe de plaza al general Florentino de la Guarda.5 Se enviaron refuerzos militares a los puertos de Iquique, Pisagua y Mejillones en los buques de guerra Zenteno, O'Higgins, Lynch, Riquelme y Williams Rebolledo.

Hechos

En el marco de la huelga general de los cantones salitreros, el 3 de junio de 1925 los trabajadores de La Coruña decidieron tomarse las instalaciones de la salitrera. Comandados por el dirigente anarquista Carlos Garrido,3 se apropiaron de la oficina de la administración, el polvorín y la pulpería, encontrando en esta última dependencia la oposición armada del administrador, el español Luis Gómez Cervela, quien fue ultimado por los obreros más radicalizados. Los almacenes, bodegas y depósitos fueron saqueados por los trabajadores y sus provisiones redistribuidas entre las familias del campamento.1
Tan pronto como el intendente Amengual tomó conocimiento de la revuelta en La Coruña, dispuso la subida inmediata de las tropas de infantería del Regimiento Carampangue y de caballería del regimiento Granaderos para acudir a sofocar las oficinas salitreras en donde se estaban llevando a cabo sublevaciones de obreros. Tras abandonar Iquique el 4 de junio, las tropas partieron a La Coruña, donde encontraron una férrea defensa de los trabajadores, quienes se habían atrincherado en las calicheras y en las viviendas, desde donde les lanzaban bombas de mano a los militares. Otros obreros estaban armados con granadas hechizas confeccionadas con tarros de hojalata cargados con pasta de dinamita y remaches y sellados con discos de latón soldados. El comandante de las tropas, coronel Acacio Rodríguez, solicitó el refuerzo de dos baterías adicionales del grupo de artillería "General Salvo", las que comenzaron a bombardear las instalaciones de la oficina salitrera, logrando demoler las posiciones de los rebeldes. Tras los fuegos de artillería, algunos obreros abandonaron sus puestos de combate, huyendo por la pampa. El bombardeo sobre La Coruña alcanzó las canchas de secado de salitre y las rampas de embarque, donde el nitrato empezó a arder, produciendo un enorme incendio que consumió rápidamente viviendas de madera, talleres, maestranza, bodegas, galpones y almacenes de víveres. Hombres, mujeres y niños trataban de escapar mientras las armas de los soldados no cesaban el ataque. Esto motivó a Garrido a enviar a través de un emisario un mensaje de cese al fuego al comandante Rodríguez, quien no lo aceptó. Tras seguir dirigiendo el ataque de la artillería y piezas de ametralladora, por la mañana del 5 de junio dirigió a la infantería y caballería en el asalto final a La Coruña. Garrido, vencido por la superioridad del adversario, tuvo que entregarse voluntariamente, declarando ser el único responsable por los hechos acaecidos en la oficina salitera. Fue fusilado esa misma noche en la cancha de fútbol de La Coruña.1
Ocupada la oficina, se encarceló en los corrales del camal (matadero) a los obreros que no alcanzaron a huir durante la refriega. A ellos se sumaron grupos de sobrevivientes que fueron capturados en la pampa por las fuerzas de caballería. Los enfrentamientos siguieron en otras oficinas salitreras que se habían plegado a los planes de Garrido, como Barrenechea, Vigo, San Enrique, San Pedro, Argentina y Pontevedra. Se estima que, en total, fueron asesinados unos dos mil pampinos,4 mientras que otros seiscientos fueron apresados en la pampa y enviados al velódromo de Iquique.1

Véase también

Referencias

  1. a b c d e f Durán Gutiérrez, Senén (2011). Holocausto en la oficina salitrera "Coruña". La olvidada Matanza de Obreros y sus Familias. Iquique. ISBN 978-956-345-225-9.
  2. González Miranda, Sergio (2002). Hombres y mujeres de la Pampa: Tarapacá en el ciclo del salitre (2ª edición). Santiago de Chile: Lom Ediciones. ISBN 9568026045.
  3. a b c d Flores, Epifanio (9 de junio de 2008). «La rebelión y masacre obrera de 1925». Diario 21. Consultado el 22 de octubre de 2011.
  4. a b Ljubetic, Iván (2008). Trazos de la historia de Chile, los mitos y la realidad. Santiago. Consultado el 22 de octubre de 2011.
  5. Heredia, Luis (1981). El anarquismo en Chile. 1897-1931 (1ª edición). México: Ediciones Antorcha. 
  6. NOTA: Texto tomado de la Enciclopedia virtual WIKIPEDIA.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

MASACRE SALVAJE CONTRA EL PUEBLO ONA Y SU EXTERMINIO




El exterminio de los Onas

Fuente: El exterminio de los Onas Por "Martín Bolívar"
A José Menéndez, me entero por el diario La Nueva España, se le piensa honrar con el nombre de una calle y un monumento en su ciudad natal, Avilés, en Asturias, España. Este señor ha sido el primer eslabón de la familia Menéndez Behety, propietaria de una de las mayores fortunas del cono sur. La historia la escriben los vencedores, se suele decir, y me ha extrañado que entre los descendientes de José Menéndez, haya historiadores fieles a defenderle de manera subjetiva. Los indios onas o selk´nan, como ellos mismos se denominaban, llegaron a tener unos 82 linajes, hasta que fueron aniquilados por los cazadores de indios, entre ellos un tal John Mac Lennan, más conocido como el Chancho (cerdo) Colorado. La historiadora canadiense Anne Chapman, doctora en Antropología por la Universidad de Columbia (Nueva York) y doctora en Antropología por la Universidad de la Sorbona (París) opina que “la célebre matanza de Selk’nam perpetrada en Cabo Domingo por el Chancho Colorado, administrador de las estancias de José Menéndez, dejó un saldo de 400 cadáveres esparcidos e insepultos ( citando a La Patagonia Trágica de J. M. Borrero). Según el libro. “La Guerra de Chile Chico”, de Francisco Campo Ducasse, en una edición de la Universidad de Viña del Mar, Chile, “para el salesiano Maggiorino Borgatello, una de las principales causas de la extinción era la actitud del gobierno argentino que comenzó a vender a los europeos extensísimos campos en la Patagonia, sin pensar que había en estos campos numerosos indios que de tiempo inmemorial los poseían y con toda razón estos se creían verdaderamente sus dueños. Deberían haberles dejado una buena porción de terreno donde pudieran reunirse y poder vivir como habían hecho hasta ahora de la caza y de sus pequeñas industrias. En lugar de eso no pensaron para nada en los indios”. María Andrea Nicoletti, en su trabajo “Los misioneros salesianos y la polémica sobre la extinción de los selk’nam de Tierra del Fuego", publicado por la Universidad Nacional de Comahue, Argentina, afirma que uno de los misioneros, monseñor José Fagnano escribía al ministroAmancio Alcorta acusando a Menéndez de «dar caza a los indios, sea por sus peones que van haciendo excursiones en los bosques, sea por la policía, cuyo inspector vive en la misma estancia del señor Menéndez; y los agentes policiales, distribuidos en los puestos que sirven de ovejeros». En la polémica historiográfica entre los salesianos, opina Lorenzo Massa, también intervino el historiador oficial de las familias Braun, Menéndez y Behety. Así Armando Braun sostuvo, junto a los historiadores de la Academia de la Historia y con algunos salesianos (Entraigas y Massa), un intercambio epistolar con el que buscaba

«limpiar»

el buen nombre de sus antepasados y la «honra de los meritorios pioneers» (Revista eclesiástica 1936: 59), justificando la extinción de los selk’nam por una «absoluta inadaptación física a la vida civilizada» (Revista eclesiástica 1937a). Lo cierto es que la estancia (el rancho) de los Menéndez Behety es utilizado ahora por el turismo y se recuerda los generosos aportes presuntamente filantrópicos de José Menéndez a la Escuela de Miranda, el barrio avilesino donde nació, entre otras donaciones.
María Andrea Nicoletti es profesora en Historia (Universidad Católica Argentina, 1986) y Doctora en Historia de América (Universidad Complutense de Madrid, 1989). Radicada en Neuquén desde 1989. Actualmente es investigadora asistente del CONICET con sede en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional del Comahue, con colaboración externa en el equipo de investigación sobre Historia de la Educación Regional dirigido por la Licenciada Mirta Teobaldo.Asimismo, es investigadora de la historia argentina de los siglos XVIII y XIX, en particular la de la Patagonia. Actualmente, como Investigadora Asistente del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Argentina), trabaja sobre el proyecto "La imagen de la Patagonia y sus habitantes en el ideario salesiano". Expuso comunicaciones o ponencias en veinte congresos y reuniones científicas. Disertante en veinte cursos de capacitación para docentes de los niveles Medio, Primario e Inicial, sobre Ciencias Sociales.
Nicoletti considera que "El violento distanciamiento entre los salesianos y las familias Menéndez, a causa de la extinción de los selk’nam, ocasionado por las acusaciones de los salesianos que fundaron las misiones, comenzó a

suavizarse

en los escritos de la generación sucesiva, tanto de salesianos como de los mismos Braun Menéndez. Cuando ante la extinción el centro de la polémica que avivó las opiniones de Fagnano, de AgostiniBeauvoir y Gusinde, puso el acento en la violencia y la muerte injusta e indiscriminada, quienes tomaron sus testimonios para escribir la historia, tanto Salesianos como estancieros, corrieron el epicentro de la polémica de la desaparición hacia motivos basados en la naturaleza de los selk’nam. Los antiguos enemigos se convirtieron en

estrechos colaboradores

e hicieron una lectura de la historia que intentaba superar viejos rencores, correr de la escena de la violencia a la familia prestigiosa y ante lo inevitable: la desaparición de los selk’nam, buscar una explicación muy alejada de aquella que con justicia esgrimieron sus protagonistas".
Joaquín Bascopé, escribe en su libro “De la exploración a la exploración. Tres notas sobre la colonización de la Patagonia Austral": “El ’problema ona’ en Tierra del Fuego, esto es, la necesidad de su evacuación ­pacífica o sangrienta ante el avance ganadero, fue quizás el principal escenario donde los intereses estatales, estancieros y misioneros midieron sus fuerzas. Las

acusaciones criminales

del padre Fagnano a José Menéndez, así como el acalorado debate entre aquél y el gobernador chileno Señoret respecto a la deportación de los indios a la misión de isla Dawson, fueron algunos de los episodios. Bascopé aconseja para el primer episodio leer la obra de José Manuel Gómez Tabanera “El emigrante asturiano José Menéndez (Miranda de Avilés, 1846-Buenos Aires, 1916), "Rey sin corona" de Patagonia y Tierra del Fuego (Chile / Argentina) y la extinción de losindígenas”, Boletín de Estudios Asturianos, 119, 1986: 937-979, pp. 944-960.
En el blog calbayaheu se publica que “ en la primera decada del siglo XX, Alejandro Mac Lennan, fue un siniestro personaje escocés, colaborador de Jose Menendez, a quien ayudo a fundar sus estancias. Mclennan tenía a su cargo la misión de comandar el exterminio de aborígenes e invitó a una tribu ona, a la que él había estado hostigando, a un banquete para sellar un acuerdo de paz. Durante el banquete, Maclennan sirvió muchas cantidades de vino. Al comprobar que la mayoría de los aborígenes se habían embriagado, en especial los hombres, Maclennan se alejó del lugar y ordenó a sus ayudantes, apostados en las colinas,

abrir fuego

contra toda la tribu. Monseñor Fagnano (de la Orden de los Salesianos) también lo confirmó en un escrito señalando que McLennan “ganó en un año, en premios por tan macabro hecho, la suma de 412 esterlinas, lo que quiere decir que en un año habían muerto 412 indios. Esta deplorable hazaña fue festejada con champagne, en medio de una incalificable orgía, por algunos miembros de la compañía que brindaron por la prosperidad de la ’Explotadora’ y por la salud del brillante tirador”.
Eduardo Galeano asegura en su blog ’delorigen.com.ar’ que "los alambrados de José Menéndez y la introducción de cientos de miles de lanares en la tierra de los onas, a fines del siglo XIX, espantaban los guanacos, sustento principal de los selk’nam (por su carne como alimento y sus pieles para sus vestimentas), quienes vieron una alternativa en el ‘guanaco blanco’ –como denominaban a la oveja-, desconociendo que era ‘propiedad privada’". Añade, a continuación, que "pronto, los grandes estancieros se organizaron y comenzó la cacería de los selk’nam. Federico Echeuline, mestizo selk’nam-noruego fallecido en 1970 testificaba “Y así, pa’ no morir de hambre, buscaban los animales de los Menéndez. Por eso los mataba Menéndez”. Los nuevos ‘dueños’ del país selk’nam contrataban ‘cazadores de indios’ profesionales, como

Mc. Lennan, alias Chancho Colorado,

Mr. Bond, John Mc. Rae, Kovasich, Albert Niword, Sam Islop, Stewart, Peduzzi, Julius Popper, José Dias".
Luis Garibaldi Honte, mestizo selkn’am-italiano, testificaba, “después de veintiún años de explotarla, trajeron unos pocos indios acá. Pero onas no vinieron más que tres mujeres: la Paula, la Raquel y la Petronila, fueron las únicas que vinieron acá, hombres no vino ninguno”.
El doctor Antonio E. Díaz-Fernández, descendiente del pueblo diaguita-kalchakí afirma que "aún espera justicia el

genocidio

del pueblo selk´nam de la Patagonia Austral llevado adelante desde finales del siglo XIX por parte de los estancieros Braun Menéndez, con la complicidad y colaboración del Estado. Los gloriosos 100 años de la Sociedad Importadora y Exportadora de la Patagonia aún esconden en sus góndolas las orejas cortadas a los onas, acribillados por sus cazadores a sueldo como el asesino Popper y sus cuadrillas de tiro.
La expansión del latifundio Braun Menéndez en territorio austral significó el fin de la cultura y la lengua del pueblo Selk´nan y otros como los Yámanas y Qawasqar o Alakalufes, todos mal llamados onas.
¿A 100 años del genocidio indígena quién juzgará estos crímenes de lesa humanidad?
¿En el “país de los derechos humanos” será posible aún juzgar a los Braun Menéndez?
¿El Estado Argentino devolverá las tierras usurpadas a los pueblos originarios y concedidas a los grandes latifundistas?
El preámbulo de la constitución reza “invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia” ¿A qué justicia y razón se refiere?".
Por otro lado, Juan I. Irigaray escribíó en Crónicas, suplemento de El Mundo, publicado el 6 de enero de 2008, que ante una sublevación de trabajadores que demandaban el pago de los salarios en efectivo, que se efectuaba en especies, así como otras reivindiciones que "la mejor idea del Gobierno del presidente argentino Hipólito Irigoyen (1916-22/1928-30) fue enviar al X Regimiento del Ejército, que se desplazó al mando del teniente coronel Benigno Varela. Este oficial ordenó la caza y fusilamiento de los huelguistas. Unos 1.500 trabajadores -excepto Soto, que se fugó a caballo a Chile- cayeron muertos bajo las balas de los máuser y fueron enterrados en fosas colectivas y anónimas. Uno de esos osarios aún hoy está dentro de la estancia (cortijo) La Anita, que entonces era propiedad del asturiano José Menéndez. Aquella orgía de sangre saltó a la luz medio siglo más tarde, en 1974, merced al trabajo del historiador Osvaldo Bayer, que viajó a través de la estepa austral recolectando datos y finalmente publicó cinco tomos de su obra La Patagonia rebelde y Los vengadores de la PatagoniaTrágica. Realmente no se sabe a ciencia cierta si José Menéndez colaboró cristianemente para que se tuvieran lugar lo los enterramientos o actuó en complicidad con la política del gobierno argentino. El propio José Menéndez solía invitar en su estancia (rancho) al general Julio Argentino Roca, que había propuesto, siendo ministro de Guerra del presidente Hipólito Irigoyen, "una guerra ofensiva contra los indígenas de la Patagonia". Roca con un ejército moderno y bien pertrechado dirigió posteriormente la matanza de miles de indios en la Patagonia. El Informe Oficial de la Comisión Científica que acompañó al Ejército Argentino es considerablemente específico respecto de los resultados de la guerra, y a la opinión que el gobierno argentino tenía sobre losindígenas: "Se trataba de conquistar un área de 15.000 leguas cuadradas ocupadas cuando menos por unas 15.000 almas, pues pasa de 14.000 el número de muertos y prisioneros que ha reportado la campaña. Se trataba de conquistarlas en el sentido más lato de la expresión. No era cuestión de recorrerlas y de dominar con gran aparato, pero transitoriamente, como lo había hecho la expedición del general Pacheco al Neuquén, el espacio que pisaban los cascos de los caballos del ejército y el círculo donde alcanzaban las balas de sus fusiles. Era necesario conquistar real y eficazmente esas 15.000 leguas, limpiarlas de indios de un modo tan absoluto, tan incuestionable, que la más asustadiza de las asustadizas cosas del mundo, el capital destinado a vivificar las empresas de ganadería y agricultura, tuviera el mismo que tributar homenaje a la evidencia, que no experimentase recelo en lanzarse sobre las huellas del ejército expedicionario y sellar la toma de posesión por el hombre civilizado de tan dilatadas comarcas". Las cordiales relaciones entre José Menéndez y Julio Argentino Roca, cuando fue elegido presidente de la Argentina, están reflejadas por Armando Braun Menéndez en su " Pequeña Historia Magallánica": "Con el fin de evitarle al General Roca una vuelta al Belgrano en la fría madrugada, el conocido hombre de negocios don Jose Menéndez lo invitó a alojar en su casa particular. Este hogar puntaerense siempre tuvo la puerta abierta para los huéspedes argentinos; no podía faltar pues el Presidente de los Argentinos. La mansión situada frente a la plaza y a pocos pasos de la gobernación, tenía la particularidad de ser el primer edificio construido en Punta Arenas con otro material que no fuese madera. Por aquel entonces no podían fabricarse ladrillos en la localidad. Pero don José Menéndez no se detenía ante inconvenientes de esta naturaleza; ordenó traerlos de Montevideo (Uruguay); y así fue hecho " .

REFERENCIAS

Contacto:
María Andrea Nicoletti
Profesora en Historia (Universidad Católica Argentina, 1986) y Doctora en Historia de América (Universidad Complutense de Madrid, 1989).Radicada en Neuquén desde 1989. Actualmente, Investigadora Asistente del CONICET con sede en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional del Comahue, con colaboración externa en el equipo de investigación sobre Historia de la Educación Regional dirigido por la Lic. Mirta Teobaldo. Investigadora de la historia argentina de los siglos XVIII y XIX, en particular la de la Patagonia. Actualmente, como Investigadora Asistente del CONICET (Argentina), trabaja sobre el proyecto "La imagen de la Patagonia y sus habitantes en el ideario salesiano". . Expuso comunicaciones o ponencias en veinte congresos y reuniones científicas. Disertante en veinte cursos de capacitación para docentes de los niveles Medio, Primario e Inicial, sobre Ciencias Sociales.mariaandreanicoletti@gmail.com

FUENTES DOCUMENTALES

ARCHIVO HISTÓRICO SALESIANO, BUENOS AIRES (ACS)
s/f Caja 200a. «Escrito del Padre Pedro Giacomini "El final de la torre de Babel"».
s/f Caja 200b. «Informe sobre los indios onas atribuido al padre Manuel Molina acerca de un informe del Inspector de Tierras y Colonias Sr. Calcagnini».
s/f Caja 200c. «Informe sobre los indios onas atribuido al padre Manuel Molina acerca del informe del Inspector de Tierras y Colonias Sr. Calcagnini».
s/f Caja 300. «Crónica de la casa de Punta Arenas».
1899 Caja 26.5. «Fagnano a Alcorfa», 25/05/1899.
1900 Caja 24.4. «Diario de la Misión de Nuestra Señora de la Candelaria».
c. 1915 Caja Patagonia 203.3 (5), s/f. «Proyecto de reducción indígena». Memorias del padre José María Beauvoir.
1938 Caja 201. «Carta de L. Massa a R. Entraigas» 3/06/1938.
1946 Caja 24.13. «Lorenzo Massa. Informe al Inspector salesiano Pedro Giacomini». Punta Arenas, 12 de marzo de 1946.
1963a Caja 201.2 (2)a. «Carta de Molina a Entraigas», 3/09/1963.
1963b Caja 201.2 (2)b. «Carta de R. Entraigas a M. Molina», 13/09/1963.
ARCHIVO HISTÓRICO DE LAS HIJAS DE MARÍA AUXILIADORA, BUENOS AIRES (AHHMA)
1896 «Crónica de la misión de Nuestra Señora de la Candelaria».
ARCHIVO HISTÓRICO DE LAS MISIONES SALESIANAS DE LA PATAGONIANORTE, BAHÍA BLANCA (AHMSPN)
1890 «Rasgos etnográficos de los indígenas de la Patagonia. Imperiosa necesidad de educarlos». Escrito inédito de Domenico Milanesio.
ARCHIVO HISTÓRICO DEL MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES Y CULTO (AHMREC)
1887 Caja 383. Dirección de Culto, leg. 6, 7 de marzo de 1887.
ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN (AGN)
1897 Ministerio del Interior, exp. 2920, leg. 417.
1912 Memorias del Ministerio del Interior, exp. 11.362.
FUENTES PRIMARIAS
BOLETÍN SALESIANO
1893 Boletín de marzo de 1893.
1895 Boletines de febrero y noviembre de 1895.
1889 Boletín de septiembre de 1889.
1916 Boletín de septiembre de 1916.
1932 Boletín de marzo 1932.
BORGATELLO, Maggiorino 1921 Le nozze d’argento ossia 25 anni della missione salesiana della Patagonia meridionale e Terra del Fuoco. 1887-1912. Turín: Società Editrice Internazionale.
BORRERO, José María 1989 La Patagonia trágica: asesinatos, piratería y esclavitud. Buenos Aires: Zagier y Urruty.
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GARÓFOLI, José 1915 Datos biográficos y excursiones apostólicas del padre Milanesio. Buenos Aires: Instituto Salesiano de Artes Gráficas.
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REVISTA ECLESIÁSTICA
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1937b «Contribución a la historia patagónica. La cacería de indios onas». Correspondencia de Armando Braun Menéndez a Raúl Entraigas, sdb (Secretario del Obispado de Viedma), Buenos Aires, 10/04/1937. Revista eclesiástica del Obispado de Viedma. Viedma.
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La Nueva España 22/3/10
Las sombras del Rey de la Patagonia
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